¿Te
gusta pasear por el campo o por la montaña? Lo entenderás o, quizás, ya te
habrá pasado y más de una vez. ¿Quién no ha pensando en hacer una escapada por
la montaña con los suyos en un día de verano?...Es verano y el paseo por la
montaña es apetecible. Pero no el pasar un día en el campo, paseo y bocadillos y bebida, no, hacer un
buen recorrido, uno de esos circuitos marcados que hacen de la marcha toda una
experiencia. No entiendes la inicial reticencia de la mujer, la vagancia del
chico, el gesto de asco de la chica: que si mucho calor, que si polvo, que si
bichos por el camino, que si los mosquitos….Convences a los tuyos, mas mal que
bien, preparas todo y…el día señalado los metes a disgusto, ¡que caras ponen!
en el coche y en marcha.
Las
quejas se oyen todo el camino. Las de los tres, porque tu ni mu. Conduces y ya
esta.
Estas
haciendo el circuito circular de los siete picos, en Navacerrada. Vas tú con tu
pareja y los dos niños que ya están un tanto fogueados en estas lides. Es
verano, no hace mucho calor y vais bien preparados: buen calzado para andar por
el monte, camisas holgadas y cómodas, buenos calcetines de algodón, pantalones
y unas mochilas pequeñas y cómodas para la mujer y tú. Antes de salir la crema
protectora y unos gorros.
El
camino es fácil, está bien señalizado y empezáis. Los arboles os rodean dando
una calidez inesperada. Hay otros grupos que van a distintos ritmos que
vosotros. Los hay mucho más rápidos y, también, otros mucho más lentos.
Buen
ritmo, acompasado. Las cantimploras suenan un poco con un vaivén que dice que
el ritmo es vivo, bueno. Paso a paso se va lontano. Apenas hay desniveles, hay
sonrisas y animo.
Los
pinos se cierran sobre vuestras cabezas,
se van haciendo cada vez más espesos a nuestros lados. Subiendo llegamos
a “El mirador de la Reina”. El camino es el correcto y llegamos a la que
creemos es la calzada romana. Hay historia en las piedras que pisamos, hay
cuentos y leyendas. Paramos a beber y comer algo. Hay un ambiente bueno y
animoso. Hay espíritu, energía renovada.
Decidimos
volver sin hacer todo el circuito circular. Damos la vuelta y Javi se encuentra
un poco mal. No parece nada importante pero mejor prevenir que curar. Hay un
pequeño desvió que parece va en dirección derecha a la estación. Lo cogemos aun
en contra de la oposición de la mujer
que prefiere lo largo conocido a lo corto sin conocer. La animo y le digo que
no se preocupe que por ese atajo en menos de media hora estamos en la cafetería
y bien.
Como
no puede ser más, si coges un atajo siempre, siempre, es ancho y bien marcado
para desaparecer a los trescientos metros. No hay para adelante y, cuando te
das la vuelta, te encuentra en que todo está igual, no hay vereda marcada, no
hay senda, por no haber ni notas las pisadas vuestras. El camino esta duro por
el calor y no hay huella, solo polvo. (Es la primera regla)
Decides
sortear arboles en dirección a la que piensas que es la correcta. Vais cada vez
con más problemas y…aparece un
afloramiento rocoso. Más problemas, son risco y hay que ayudarse de la mano. La
mujer se pone de uñas y empieza a cabrearse. El crio se queja. (Segunda regla:
por un atajo pasados lo trescientos metros se pone peor. Tercera regla:
poniéndose peor aparece el cabreo y peleas en el grupo)
Pasa
la media hora y la hora entera, estáis cansados y, de pronto, como en la luz,
aparece una señal en los arboles: los puntos amarillos que llevabais siguiendo
desde el principio, antes del atajo. La fuente esta allí, ¡habéis vuelto al
sitio de origen! Incluso para tu desesperación, ves la vereda que te marco la
idea brillante del atajo. (La famosa cuarta regla: vayas por donde vayas
llegaras a donde no quieres volver). La mujer te la clava en todo lo alto y se
pone en la dirección correcta sin decir ni mú, la larga pero la adecuada, los
críos la siguen con una sonrisita en los labios y tú los sigues como puedes un
par de metros mas atrás. Parece que el malestar de Javi ha desaparecido como
por arte de magia, las muecas de disgusto también desaparecen y, al cabo de una hora escasa estáis en la
cafetería.
Te
sientes mal, habéis perdido mucho tiempo y el cansancio Ha hecho mella en los
dos críos que cuando te miran se sonríen sin disimulo y es que: “Por
definición, un atajo es el camino más largo entre dos puntos.”
No solo eso, los atajos desaparecen cuando los has tomado, se hacen
impracticable; cuanto más avances peor serán, los cabreos en el grupo serán el
pan de cada minuto y siempre, solo si tienes suerte, acabas donde empezaste.
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