Mara y un regalo de navidad.
Mara me llamo desde la puerta de la escuela, le daban ese
día las vacaciones, para anunciarme alegremente que me traía un regalo. Algo
que me había preparado ella de forma especial y que era una sorpresa. La
sorpresa fue, de entrada, que me
llamara, una rareza, no suele hacerlo.
Por desgracia tardé un poco más de la cuenta en llegara a
casa, un último compromiso me hizo demorarme una media hora. Las cosas de
última hora que, encima, son urgentes e indemorables aunque, en el fondo, no
sean más que pequeñas tonterías. Tuve, camino de casa, que pararme en comprar un par de pizzas para
la cena y llegue a casa.
Mara estaba echada en el sofá de forma indolente. Apenas se
levanto para darme un beso de bienvenida, más bien fui yo la que tuve que
agacharme y besarla. Lo de los dos besos es obligado, dos al salir, dos al
entrar. A Javi se le hace mas cuesta arriba, es el chico y le da un poco de
apuro, pero dos besos son amores y la familia unida y con buenas costumbres
pues mejor.
Llevé la compra a la cocina, me puse cómoda y, acordándome,
volví al salón para mi “sorpresa”. Mara se levanto rauda y me abrazo.
“Si, te traía una sorpresa pero, veras…..es esto, lo hicimos
en clase de plástica… ¿a que es bonito?...dentro le metí caramelos y chicles y
chocolatinas pero….como tardaste tanto la abrí y me los fui comiendo….ya no
queda ninguno….si quieres bajo a comprar alguno, los meto y te los doy…lo
siento….”
Miré el tubo vacio, el papel de envolver que lo cerraba por
un solo lado y abierto por el otro, lleno de oscuridad y soledad. No pude más
que cogerlo y reírme, del regalo, de Mara, de sus buenas intenciones y sus
desastrosos resultados. Le dijo que no, que no hacía falta, que lo mejor es la
buena voluntad y que gracias después de todo….Al menos, se había acordado de
mí.
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