Mara y Un
cubo de basura….
Mara me
llamo a gritos desde la cocina. Tenía, en los ojos, ese brillo especial de los
momentos especiales, su brillo de algo prometedor, una nueva ocurrencia o una
locura de adolescencia que me sacarían de quicio.
Me acerque
con duda y un cierto temor, demorando el tiempo, alargando el intervalo del
pasillo que se curvaba de forma elíptica hacia el futuro. La vida con Mara es así, una sucesión de gags
inolvidables y ocurrentes.
Llego a la
puerta, ella estaba allí, con el pedal del cubo de basura, el de la bolsa
negra, pisado, abierto, mirando arrobada el interior. Me quede extrañada, con
el ceño fruncido y arrugado la nariz por un cierto tufillo que me llegaba.
Iba a
hablarle cuando lo dijo en voz clara y alta: “Mira,
parece un funeral con las flores y todo”.
Me quede de una pieza acercándome a ver lo que
veia. Si, lo parecía, en el fondo aquellas sartenes viejas y descascarilladas que
había tirado por obsoletas pues el baño
se le estaban yendo del todo lo que me daba miedo por su mezcla con los
alimentos y las había repuesto por otras nuevas. Al tiempo el ultimo ramo que
me regalo Ed, cuatro capullos de rosa rojas preciosas en su día, ya mustias y
secas, pues las tire a la basura, y quedaron encima de las sartenes. El efecto
era realmente como si un entierro se tratara. El entierro de las sartenes. Un
funeral para unas sartenes que cumplieron con su trabajo durante varios años.
Me eche a
reír y Mara, se rio conmigo. “He dicho una
tontería, ¿verdad?” me dijo con un gesto de sorpresa.
La abrace
como acabo haciendo siempre y nos reímos como dos locas ante lo ridículo de la
situación. Cuanto más ridículo nos parecía, mas nos reíamos. Cuanto más nos
reíamos, mas nos abrazábamos. Cuanto más nos abrazábamos, mas reíamos.
Dos locas
abrazadas y riendo y llorando a lagrima viva. Si, de pronto afloro como una
fuente de sentimientos que se transformo en torrente por nuestras mejillas.
Casi nos caemos.
La situación
se rompió por la combinación de risa, abrazos, lloros, mareos…es decir, nos
entro unas ganas locas de mear….hubo que salir corriendo, cada una a un
servicio distinto, y menos mal que tenemos dos pequeños, pero son dos.
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