Tuesday, December 30, 2014

Mara y mis reflexiones entre dos vacunas.


Mara y mis reflexiones entre dos vacunas.

Después del gran susto con la vacuna contra el papiloma… ¡médicos y análisis!

En los dos primeros días, Ed, su padre, preocupado, acompaño a la niña al colegio, ida y vuelta, ante la vergüenza de ella ante sus amigos y compañeros y, siempre según ella, el pitorreo generalizado de la escuela.

Pronto se organizaron las chicas para evitar tal desdoro y, a partir del tercer día,  una de las compañeras, Carol, venía a casa a buscarla en el coche de su padre. La vuelta en coche, de nuevo con el padre de Carol o con Tania y su madre que hacían un pequeño rodeo. Ed, se sintió mal cuando se lo dijeron pero acató la organización como alma en pena, con dolor inútil.

Entre clase y clase, día tras día, pues medico y análisis de sangre y orina, ecografía abdominal, tac.

Los resultados fueron: “TODO ESTA BIEN”, no hay anda anormal que implicase el desvanecimiento de Mara.

Por un lado todo bien, una preocupación que se iba. Pero queda, en mi corazón y en el cerebelo, una duda, un resquemor. Me consuelo pensando en que todo fue una impresión momentánea de los pinchazos, nada más que eso. En el fondo, muy en ese baúl lleno de telarañas hay pensamientos muy negros, muy malos, llenos de desesperanza y dudas.

Mara, como siempre, sacando pecho: “Ya veis, no es nada, tanta preocupación para nada, tanta vergüenza con los colegas para nada y vosotros siempre dando la tabarra, que si por aquí, que si patatan”.

Yo, callo. Ed, calla.

Ante todo esto y visto como paso la segunda dosis y la anormalidad a la que hemos vuelto pues retornamos a nuestras rutinas. Ya no se habla del asunto, lo obviamos, volvemos a hablar de música, de los sucesos del día, del baloncesto y las lecturas y las futuras notas que se acercan….

En la noche, arropada en las sabanas, acurrucada, con el calor de Ed, me preocupo por Mar, siento dudas, tengo miedo. Se abre el baúl de los espectros y con el mi miedo que acecha como cristales de hielo azul. No duermo, aun no.

He tenido suerte estos días. Rebuscando en las librerías he leído el capítulo primero de una novelita francesa que me engancho, apenas cuatro páginas, y no he podido resistir la tentación de comprarlo. Es lo que he hecho. Se titula “La elegancia del erizo”. Es una maravilla. Para sonreír, para pensar, para llorar. He reído, he pensado, y he llorado como una magdalena bíblica, no de las del horno y el desayuna.

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