Monday, September 15, 2014

El padre de Mara va al dentista.


El padre de Mara va al dentista.

Le tiene algo más que pánico, es una fobia total ilógica y absurda, a los dentistas. Huye de ellos y todo lo que represente como alma que lleva el diablo. Para decirlo de forma grafica solo hablar de dientes delante de él es verlo empezar a sudar, temblarle la mandíbula y salir corriendo rumbo a no escucha el resto de la conversación.

Malos recuerdos de cuando, de niño, la extracción de un par de muelas por un carnicero sádico y brutal en la seguridad social. Le quedaron en el subconsciente aquel olor tan peculiar, las herramientas de dolor, el sillón de las torturas y recordar como quisieron sacarle a la fuerza una muela y le dejaron cien trozos  todo dentro que, más tarde, se infectaron y un tratamiento brutal y nuevas extracciones.

De ahí su fobia, no lo olvida, no quiere recordarlo. No quiere oír hablar de ello. No soporta ninguna referencia a odontólogos, ortodoncias, caries, implantes, etc.…

Pero amaneció, después de unos días con pequeños problemas en la boca, con un muela astillada, más que astillada le faltaba un trozo y el nervio al aire. Sin dejarlo pensar rápidamente, después de vérsela,llame a la consulta de urgencias odontológicas y esa misma tarde al dentista. El con el alma en un grito y una aspirina par el dolor y sin haber podido comer.

Me daba pena, me cogió de la mano como una vaca al matadero. Temblaba, sudaba y ligeros escalofríos le acometían de vez en cuando. La recepcionista lo vio y se compadeció, lo hizo sentarse y, cosa rara, en diez minutos el estaba sentado en el sillón odioso, agarrado rígidamente a los brazos del mismo, los ojos cerrados y la boca abierta en un grito de socorro que no llegaba a salir de su garganta, no por ganas.

El doctor, maduro, pelo blanco y muy educado, torció el gesto y le pregunto su edad. El no contestó. Yo le dije que 46 años. Volvió a torcer el gesto y, extrañado, le mando una radiografía general de la boca.  Ed, no se movió. Tuve que acercarme a él y cogiéndolo de la mano hacerlo levantarse de aquel asiento diciéndole que aun no había terminado pero que la cosa iba y que se estaba comportando muy bien.

Lo lleve a la sala de rayos. Tuve que quedarme con el mientras se la hacían!!!!, de la mano, como al niño pequeño en que se había convertido.

Con la radio en la mano otra vez al doctor que la puso en su pantalla especial. Ed, se espaldas a todo, ausente, ido; me daba pena y me reía de sus temores al mismo tiempo.

El doctor me explico y me enseño que, algo muy raro, los dos premolares eran de leche, los originales. Era algo raro, no extraordinario o imposible pero el que no se lo detectaran antes y esos mismos eran una anomalía curiosa cuanto menos. Se veía perfectamente en la radio. Los dientes arriba, sin llegar al hueso de la mandíbula como los otros y un agujero, vacio, entre las muelas y el maxilar.

Cuando me volví medio riendo Ed estaba a nuestra altura con los ojos desmesuradamente abiertos. La pregunta era fácil, la respuesta mas difícil. Ortodoncia o sacarlo e implantes. Conociéndolo pues lo más rápido y fácil: ortodoncia inmediata.

No le deje pensar o buscar tiempo. Allí mismo le hicieron la ortodoncia, un  suplicio para el médico y al enfermera y para mi, allí sentada dándole la mano mientras el no sentía nada y le sacaban el nervio.

Paso el apuro, todo bien, el sorprendido de que no le doliera nada y sabe que dentro de quince días pues recrear la muela.

Un hombretón de 46 años con dientes de leche, lo que se va a reír Mara cuando lo sepa.

 

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