Monday, August 25, 2014

Llegaron los dos contentos.


Cuando, ¡sorpresa! llegaron los dos contentos, juntos y felices entrando del brazo en la casa, rápidamente vinieron a mi cabeza tres cosas: la primera que no era la hora adecuada para que legaran de la casa en un día laborable; lo segundo era la peste que echaban, como de mil perfumes mal mezclado que me recordó al corto aquel de Mr. Bean en el que pasa por la sección de perfumería de unos grandes almacenes, arrastrándose por el suelo, claro; lo tercero, los rostro felices y satisfechos de Mara y su padre, mi Ed.

Mara corriendo se llego junto a mí y me endoso un gran beso en mi mejilla, largo y húmedo. Mi mente, con él y la sorpresa de esa afusión sin venir a cuento,  decía “Malo, malo, malo”.

Ed se tiro materialmente en el sofá sin sacarse la americana. Mi mente me seguía  diciendo “Malo, malo, malo”...

Les pregunte entonces que eras eso de los dos juntitos de regreso a esas horas, tan tarde, tan juntitos, tan de complot.

Mara empezó a contarme que llego a casa y que ya estaba su padre, y como ella no tenia deberes que hacer pues fueron a pasear y ver/oler perfumes (Mi mente, al oírla, me  seguía diciendo malo, malo, malo y por ahí venia ese olor). Probaron y probaron y encontraron uno muy juvenil para ella pues ya era una chica y los infantiles pues...que no le iban. Y su padre le compro, en esto sacó de la bolsa del corte, un frasco de perfume de Lacoste Pink.

Me dirigí a Ed en particular y le pregunte con la mirada qué era eso, como sin mí y porque en ese momento.

Ed, con cierta satisfacción empezó a explicarme que llego muy temprano, que llego ya Mara sin deberes y, aburridos, pues como Mara necesitaba una colonia. Mara interrumpió aquí y comenzó a explicar que yo tenía que olerla era delicioso, joven, fresca, lo ideal para una chica de trece años como ella. Que yo estaría contenta pero que era para ella y solo para ella.

Yo miraba a Ed como sonreirá contento escuchándola y viéndola feliz, yo lo miraba esperando que l acabase la historia. Así que no le quedo más remedio que terminar a pesar de Mara. (Mi mente decía no es malo, no es malo, escucha que será  peor).

Ed volvió a retomar el tema ante mi gesto, pues bueno, que Mara le comento la falta de colonia, que no le quedaba, que ya la había acabado,  y para que esperar y molestarme (a buenas horas me dan gusto y descanso....malo, malo, malo) y se fueron comprarle una colonia a la niña, algo juvenil pues ya no es una niña, nada de Barbie, Bratz o cosas así. Fueron al Corte donde visitaron todos los stand y olieron todas hasta que encontraron esta lo ideal, lo perfecto, un poco cara para lo que es, pero en fin...a la niña le encantó y se la compre.

Mi mente me seguía diciendo  que de malo nada, lo peor, de lo peor.

No dije nada, sonreí a los dos en comandita, me fui al cuarto de Mara y volví en un par de minutos. Los dos seguían en el salón, Mara abrazada a su santo padre. Me dirigí a Ed y le enseñe el frasco de la colonia que Mara usa, el Don Algodón clásico, perfecto para ella. ED sonrió ampliamente al ver el frasco y asintió con la cabeza como diciéndome que ya ves...

Saque el otro frasco, idéntico al primero y se lo enseñe, totalmente lleno. La sonrisa en su boca se corto en un microsegundo. Mara empezó a huir hacia su cuarto disimuladamente.

Le dije, ya con mi mejor sonrisa, que ya veía, pero que estaba bien la compra, sobre todo la intención y la confabulación entre los dos, que no me importaba, que no importaba  al contrario, me alegraba ese tarde que pasaron juntos pero, dirigiéndome a Mara, las mentiras se pagan hija, no se puede engañar....Me dejo con la palabra en la boca y diciéndole a Ed que era el mejor padre del mundo se fue al servicio con el frasco de colonia presumiendo.

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