Mara y sus bragas.
Me fastidia pero hoy hablaremos de Mara y sus bragas.
No es por nada pero me cuesta hablar de esa prenda, escrúpulos antiguos,
mojigatería de antaño, pudor femenino.
Le hacían mucha falta, con urgencia, eran vitales para
ya mismo, siempre según Mara que empezó con la murga tarde si, tarde también.
Yo no entendía las prisas, es cierto que una tanda
nueva no le vendría nada mal pero de ahí a la necesidad imperiosa y urgente hay
un abismo, y muy grande. Tenía todas las de la última compra, no era tan
urgente, estaban casi nuevas.
Al final, como siempre, me harté y nos fuimos a la
compra de una bragas. Como es lógico
primero al Corte, una hora infructuosa. Nada le convencía. Nada le gustaba,
todo eran problemas tanto los colores, la forma y la talla. Las tocaba con
desdén y las terminaba poniendo en su sitio con un deje de que fastidio.
Después, como no, HyM, media hora de lo mismo. Y de
ahí saltamos a Woman Secret, Oysho, etc., un muy largo etc...Toda una santa
tarde para nada.
Vencida, cansada, con dolor de pies y sin las dichosas
bragas volvimos a casa.
Quiso volver por donde nunca volvemos. Me extraño pero
me deje ir fatigada como estaba, no tenía ni ganas de discutir. Vuelta y
vuelta, revuelta y llegamos a la mercería del barrio donde anunciaban, en el
escaparte trasero, unas bragas muy sencillitas a 3,00 euros la pieza. Me lo
señalo cuando pasamos casualmente por allí. Me dijo si entrabamos. Como no, ya
que estábamos, después de una tarde perdida inútilmente.
Entramos y le pedí a Laura, la dueña de toda la vida,
(ya contare cosas de ella, son interesantes, hay mucho de qué hablar) por
aquella oferta y nos las enseño. Nada del otro
mundo, algodón, eso sí y poco más.
Mara frunció el ceño y le dijo que no, esas no, si no
tenia de las OTRAS.
Laura, en la onda, sin sospechar nada, le contesto que
si eran las que habían llevado sus amigas con ella la semana anterior pues sí, que le había venido una
nueva remesa. Le pregunto por algún color en particular.
Mara, roja como la grana, sin mirarme le contesto que
sí, que esas, que se las enseñara.
Se las puso delante, sacó el expositor completo y le
fue enseñando una a una según el color. Lo primero que mire el material,
algodón, como deben de ser. Muy normales. Todos los colores pero, eso sí, lo
que destacaban de ellas eran en la goma, un poco más ancha de lo normal, unas
líneas de otro color contrastando con el de la propia braga.
Allí eligió, casi sin pensar, ya lo tenía pensado, dos
blancas con rayas rojas, dos rosas con raya azul, una azul con raya amarilla y
otra más. Al final la media docena.
Laura comento de pasada, como quien no quiere la cosa,
como los pantalones bajos de tiro enseñan esa cinturilla y destacan bien las
rayas, quedan bonitas. La moda de ahora.
Compro. Yo pague poco más de 18 euros, muy bien de
precio, baratas al fin y al cabo.
Y ya en casa, le dije:
-Si ya sabias lo que querías comprar ¿a que vino todo
el show de esta tarde?...se le dije con cierto enfado, sobre todo por el dolor
de pies.
-No, nada, por ir a ver, si había algo más bonito,
algo mejor...
Me quede riendo como una tonta, la abrace. No le
importaban todos las pegas que me había puesto, ni el color, la forma, el
tacto, era en esa parte superior que el
pantalón dejaría ver lo que le interesaba, lo fundamental. Era eso lo mas, lo
que más.
¡Cosas de la vida!
La vida tiene esas cosas: Me estoy quedando atrás,
envejeciendo. ¡Hay que espabilar!
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