Mara, Javi y
el pescado.
Empezó como
un pequeño mal olor en la cocina. Toco zafarrancho de combate, limpieza general
a base de lejía y agua.
Siguió el
olor y agravándose, venciendo al aroma del desinfectante. Toco al técnico del
gas natural. Revisión de fuegos de la cocina, quemador de la caldera, etc...
Y siguió el
mal olor, ya una peste. Así que revisión de cañerías, servicio, ducha, etc...
Nada, el
olor seguía como un invitado molesto pero contento, feliz de hallarse con
nosotros, entre nosotros que no le tolerábamos.
Empecé a
buscar y revisar todos los aparatos domésticos. La nevera por arriba, debajo y
detrás. La lavadora moviéndola de sitio, examinando el desagüe, los filtros del
agua sucia. La freidora, nada, de ahí no venia...de casualidad abro el
microondas (raro pensé que en estos ultimo días no lo hayamos utilizado) y un
hedor a podrido inundo mi nariz.
Allí,
escondido en papel de aluminio, como si un tesoro se tratase, unos pedazos de
pescado frito, ya podrido. Vino a mi
cabeza, unos gallos de ración que había puesto hacia ya unos quince días para
la cena. Aquel día llegue tarde. Mara y Javi ya habían cenado por su cuenta.
Habíamos cenado, solos, Ed y yo, estaban buenísimos....
Eran de los
críos, los habían escondido en vez de cenarlos...y no lo entiendo, sobre todo
de Mara. Siempre le ha gustado el pescado y, es una loca por los mariscos, en
especial la ostra y los percebes, gallegos a ser posible. No lo entiendo.
No comments:
Post a Comment