Cuando
cierras una ventana, no se abre una puerta, no, que no, te pillas los dedos...
A veces,
algunas veces, hasta pierdes una uña. Mira que duele, es algo asombroso como el
dolor alcanza cotas diríamos exquisitas inolvidables. Los auténticos masoquistas
lo saben muy bien por eso veréis que siempre son ellos los que se ofrecen para
cerrar ventanas y ventanucos y claraboyas y demás...sobre todo si hay que
subirse a una escalera. El culmen de
todo deseo, el sumun de toda aventura. Subirse a una escalera en precario
equilibrio para cerrar una ventana de guillotina, poner los dedos sobre un
ventanuco de forma ojival y ¡zas! oleada de dolor al pillarte los delicados
dedos con un máximo brutal cuando haces fuerza para sacar la mano del aprieto
en que se ha metido y la uña se pueda pegada a la madera; encima con el tirón,
nunca lo hagáis, de verdad, nunca, te desequilibras olvidando dónde estás y
¡zasca! la escalera se tumba por un lado, se va deslizando por la pared, normalmente
el más peligroso, mientras tú haces aspavientos y rezas al Santo Job (muchos se
acuerdan por primera vez en muchos años del bueno de San José cuando debieran
acordarse de San Julián, el patrón de los payasos) ...el golpe con el duro
suelo es morrocotudo, ocasión que vale muy bien para experimentar la dureza del
mismo aunque sea de tarima o similares. Si hay algún mueble debajo o en las
cercanías te lo comes como está mandado, sin compasión, sin decoro, esquinas
puntiagudas incluidas. Es evidente que ante un caso como estos pues hay que
aportar un poco de sangre que escandaliza mucho y da un poco de asquito. Si hay
un mínimo agujero pues te toca colarte por el con resultados aun mejores en
cuanto a la cuenta hospitalaria, no pensemos en que más de una vez los bomberos
han acudido al rescate del colado...cuando intervienen los bomberos es la monda
lironda. Bueno, mejor paso a otra cosa.
Y ¿por qué
cerrar una ventana? Lo primero es porque algún cabróncete la abrió antes y se
largo echando leches, evidente, no hay que ser muy listo para saberlo. Lo
segundo es que alguien de la cas te lo pide pues viene la noche o el frio o el
viento o que la señora quiere disfrutar del espectáculo....
Ahora que lo
pienso y me pregunto porque estos graves y estupendos accidentes se dan siempre
en cerrando la susodichas y no cuando se
abren. Al abrir nada de nada, apenas un ligero problema si están las maderas un
poco combadas, poco mas pero a la hora de tener TU que cerrarlas pues la biblia
en verso...y el hospital en la esquina que te está esperando.
Me imagino a
los dueños del piso al que vas programando el cierre de ventanas para los
invitados informales y poderse regodear en roturas de crismas y uñas, en vez de
contratar un grupo musical de tangos...y es que la malicia campa por sus anchas
en este mundo actual y no tan moderno.
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