Algunas veces somos la fogata
que ciega en la noche desesperada...
Dos
moribundos troncos frente a frente
que crepitan,
silencio, en su nada...
Rayos perezosos en el desierto
que se despereza en nubes de
arena....
Otras somos
sementera madura,
sin brotar,
que se pierden en galernas...
Rayos
consumidos en el pozo
donde riela
la luna siniestra...
Apenas leve
columna de humo
gris,
atisbada tras la foresta...
Como simas
que se abren al paso
del
peregrino, no, Santiaguero...
llega, bebe,
da las gracias, abandona
el techo
hacia el polvoriento camino...
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