Viaje al sur.
La niña va
adormilada con el runrún del coche por la autopista del sur. Un sol terrible
calienta el asfalto y levanta nubes de vapor del suelo que hace reverberar la
luz y los objetos que se ven a su través.
No sabe
dónde queda al sur, solo siente la palabra tal como la dijo su padre, con
mayúsculas, con entonación y énfasis como si fuera lo más importante de sus
vidas, “de sus putas vidas”, como a
veces se le escapa delante de ellos.
La cabeza le
va dando bandazos con las curvas y los baches. No le importa, el tiempo es para
ella, en esos momentos, como algo pastoso que no se detiene y que, al tiempo, la
envuelve como sus mantas de Kitty allá en su vieja cama, en su vieja casa, en
su lejano pueblo blanco y frio.
Siente que a
su lado esta su hermanito, bien atado pues los viajes no le gustan y se pone
furioso, histérico, manotea sin cesar, se muerde y arranca las uñas de los
dedos, con lo que debe doler eso, y hay que atarlo para que no cree problemas.
La última vez que papa y mama no lo ataron, padre feroz tuvo que pegarle muy
fuerte, tanto que ella creyó que había muerto pero no, solo estaba dormido,
inconsciente dijo padre feroz ya no tan feroz. Jamás vio a padre tan enfadado,
ni siquiera cuando salieron por la noche, en silencio, a la primera vez. Le agrada saber que está
allí cerca, siente su calorcito que es como en verano los rayos de sol, siempre
está despierto pero sabe que lo mejor es simular, como ella hace también.
Le inquieta
no encontrar el sur, ese sur magnifico y con mayúsculas, lleno de vida y
calorcito; sueña con un país lleno de juguetes, de niños como ellos y de mamas
y papas; sin padres furiosos y temibles, sin madres que hacen daño. La vez
anterior fue un fracaso. No llegaron al sur solo consiguieron llegar a un sitio
húmedo que se llamaba Barcelona. En aquella ciudad todo fue mal desde el
principio. No se entendía con nadie, se perdía por las calles, la comida era
rara…apenas había críos de su edad donde vivieron y era mejor evitarlos, lo
peor fue que padre no encontró trabajo, madre desapareció para no volver jamás,
mejor así, madre tenía la mano muy dura y el genio presto, mejor así, papa en
cambio es todo sonrisas y carantoñas, les compra helados y golosinas que saben
muy dulces…
Pero antes,
recuerda, solo fue otro falso sitio, Paris, no el sur. Se quedaron pronto sin
dineros, sin gasolina, sin comida. Se movieron aprisa en la oscuridad mucho
tiempo y madre se enfado tanto que le rompió un brazo, el derecho. Lo recuerda
porque siempre que hay un cambio de tiempo le duele un poco y no quedo el
hueso, dice papa con pena, bien soldado. Allí perdimos a la segunda mama, la
rubia, de grandes pechos y ojos de cielo despejado. Allí estuvimos varios días
solos, mi hermano y yo, sin salir del cuchitril, sin comer, casi sin beber pues
a padre lo cogieron robando, el dice prestado, y estuvo unos días preso; él
dice con las vacaciones del pobre sin hacer nada y todo gratis.
“Esperemos
que el sur llegue pronto, mi vejiga está a punto de reventar, tengo mucho calor
y el coche está demasiado caliente. No me atrevo a levantar la cabeza y decir
nada pues tiene puesta la careta de padre. Me gusta cuando se pone la cara de
papa, entonces es amable, le gustan los chistes y me hace cosquillas, puedo
besarlo sin miedo y, a veces, incluso nos compra helados y chuches. Adoro a
papa…Pero con la cara de padre es adusto y terrible, hace daño, mejor callar y
esperar que todo cambie y el sur y la cara de papa llegue….pronto…como ese
destino final…”
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