Thursday, December 31, 2015
Feliz 2016.
Os deseo, lectores constantes, lo mejor para este año que entra, que se cumplan todos vuestros buenos deseos...
Tuesday, December 29, 2015
Viaje al sur.
Viaje al sur.
La niña va
adormilada con el runrún del coche por la autopista del sur. Un sol terrible
calienta el asfalto y levanta nubes de vapor del suelo que hace reverberar la
luz y los objetos que se ven a su través.
No sabe
dónde queda al sur, solo siente la palabra tal como la dijo su padre, con
mayúsculas, con entonación y énfasis como si fuera lo más importante de sus
vidas, “de sus putas vidas”, como a
veces se le escapa delante de ellos.
La cabeza le
va dando bandazos con las curvas y los baches. No le importa, el tiempo es para
ella, en esos momentos, como algo pastoso que no se detiene y que, al tiempo, la
envuelve como sus mantas de Kitty allá en su vieja cama, en su vieja casa, en
su lejano pueblo blanco y frio.
Siente que a
su lado esta su hermanito, bien atado pues los viajes no le gustan y se pone
furioso, histérico, manotea sin cesar, se muerde y arranca las uñas de los
dedos, con lo que debe doler eso, y hay que atarlo para que no cree problemas.
La última vez que papa y mama no lo ataron, padre feroz tuvo que pegarle muy
fuerte, tanto que ella creyó que había muerto pero no, solo estaba dormido,
inconsciente dijo padre feroz ya no tan feroz. Jamás vio a padre tan enfadado,
ni siquiera cuando salieron por la noche, en silencio, a la primera vez. Le agrada saber que está
allí cerca, siente su calorcito que es como en verano los rayos de sol, siempre
está despierto pero sabe que lo mejor es simular, como ella hace también.
Le inquieta
no encontrar el sur, ese sur magnifico y con mayúsculas, lleno de vida y
calorcito; sueña con un país lleno de juguetes, de niños como ellos y de mamas
y papas; sin padres furiosos y temibles, sin madres que hacen daño. La vez
anterior fue un fracaso. No llegaron al sur solo consiguieron llegar a un sitio
húmedo que se llamaba Barcelona. En aquella ciudad todo fue mal desde el
principio. No se entendía con nadie, se perdía por las calles, la comida era
rara…apenas había críos de su edad donde vivieron y era mejor evitarlos, lo
peor fue que padre no encontró trabajo, madre desapareció para no volver jamás,
mejor así, madre tenía la mano muy dura y el genio presto, mejor así, papa en
cambio es todo sonrisas y carantoñas, les compra helados y golosinas que saben
muy dulces…
Pero antes,
recuerda, solo fue otro falso sitio, Paris, no el sur. Se quedaron pronto sin
dineros, sin gasolina, sin comida. Se movieron aprisa en la oscuridad mucho
tiempo y madre se enfado tanto que le rompió un brazo, el derecho. Lo recuerda
porque siempre que hay un cambio de tiempo le duele un poco y no quedo el
hueso, dice papa con pena, bien soldado. Allí perdimos a la segunda mama, la
rubia, de grandes pechos y ojos de cielo despejado. Allí estuvimos varios días
solos, mi hermano y yo, sin salir del cuchitril, sin comer, casi sin beber pues
a padre lo cogieron robando, el dice prestado, y estuvo unos días preso; él
dice con las vacaciones del pobre sin hacer nada y todo gratis.
“Esperemos
que el sur llegue pronto, mi vejiga está a punto de reventar, tengo mucho calor
y el coche está demasiado caliente. No me atrevo a levantar la cabeza y decir
nada pues tiene puesta la careta de padre. Me gusta cuando se pone la cara de
papa, entonces es amable, le gustan los chistes y me hace cosquillas, puedo
besarlo sin miedo y, a veces, incluso nos compra helados y chuches. Adoro a
papa…Pero con la cara de padre es adusto y terrible, hace daño, mejor callar y
esperar que todo cambie y el sur y la cara de papa llegue….pronto…como ese
destino final…”
Wednesday, December 23, 2015
Tuesday, December 22, 2015
Se despertó lentamente en la cama del hospital...
Se despertó lentamente en la cama del hospital con
un fuerte dolor de cabeza. Fue como levantarse un telón rojo del teatro con lo
que su mirada iba descubriendo, poco a poco, los distintos aspectos del
escenario. Miro en su entorno viendo lo poco que se puede ver en una habitación
normal de un hospital cualquiera. La blancura de las paredes le cegaba y
lastimaba las retinas. Se sentó como pudo, dolor incluido y mareos y ganas de
vomitar, apoyando la espada en el cabecero
pulso la perilla con el eterno botón
rojo que estaba a su lado derecho, la del aviso a la enfermera del turno que
fuese. Allí se quedo esperando largo rato a que alguien se dignase ir a ver que
le pasaba mientras se acostumbraba a la luz y sus reflejos.
Las explicaciones no se las dio la enfermera/bruja de
ojos pequeños y de larga nariz y grano incluido en ella, fue el propio doctor
de urgencias quien, mas tarde aun, le
explico que en los análisis no tenía nada malo, que unos agentes municipales lo
habían encontrado desmayado en un banco de El Retiro, cerca de la plaza y de la
fuente del Ángel caído y no respondió a sus esfuerzos para despertarlo ni a los
de los enfermeros del Samur que acudieron poco más tarde. Mientras le contaba
esto con ese tono del profesional que pasa de casi todo se ponía las gafas en
su sitio, un gesto inconsciente y reiterativo que le ponía de los nervios.
Había entrado por urgencias y ya que estaba
despierto tenía que preguntarle a ver si había bebido o tomado cualquier cosa,
algún narcótico u otro tipo de droga, lo que fuera, necesitaba saberlo para
atenerse con la posible medicación necesaria y las contraindicaciones que
pudiera haber. El no recordaba nada, bueno, casi nada, para el solo eran preguntas vacías y sin sentido y
sin respuestas aparentes, todo en un tono rojizo, como manchado. Todo le era
extraño, como si no fuera con el, una pesadilla de esas que sabes que es una
pesadilla y esperas el momento oportuno para que todo vuelva a la normalidad.
Pregunto por su ropa en un inciso del doctor que
cada vez mas lo miraba de mal modo, un tanto huraño y con la cara
ensombreciéndose, como si no creyera nada de lo que le decía, más bien de lo
que no le decía. Se la mostraron en el armario de la habitación, abriendo la puerta
blanca como todo y allí estaban su pantalón vaquero, la camisa roja a cuadros
de leñador, su ropa interior de algodón que ya iba perdiendo el color original,
y el abrigo de cuero largo como las alas de un murciélago peligroso y de forro
granate del cual estaba más que orgulloso, era como su símbolo, una parte de su
alma; todo estaba ya sucio salvo el abrigo con el espectral brillo de las alas
de los cuervos.
Quiso saber cuándo podría salir de allí, quería
poder ir a su casa y descansar en un sitio cómodo, conocido, familiar, aun
sabiendo que estaría solo, sin ayuda de ningún tipo, solo como siempre estaba.
El doctor con un cierto aire de pasotismo le dijo que al día siguiente si no
había ningún retroceso en su estado, que le harían nuevas pruebas y si todo
estaba tal cual podría irse en la tarde del día siguiente. Fue entonces cuando
le vino la imagen acompañada de un rayo lleno de dolor en las sienes, el rostro
de su chica con sus grandes ojos azules, de su amor y pregunto por ella, donde
estaba, si la habían avisado, si podría llamarla desde allí. Un escueto y seco,
como el estampido de una pistola de fogueo,
“más tarde” fue la respuesta del
médico con un adiós apresurado y salir de la habitación. Descubrió, para su
pesar, una mueca triste, una mirada pesarosa que le dirigió la enfermera en una
fracción de segundo que le dejo con la certeza de algo malo.
El “más tarde” fue al otro día después de la comida, después
de una aburrida jornada sin nada que hace salvo dormitar y ensoñar. Nada hay
más tedioso que un día en un hospital sin hacer nada, sin visitas, sin poder
leer, siempre con algo de dolor sordo y lejano, sin monedas para la televisión…y
con miedo de saber y, también, del desconocer hechos de su vida reciente. Le
sorprendió ver entrar al médico del día anterior con un hombre que por el aire
descubrió enseguida que era un policía, tienen un aroma algo diferente, un entorno como de casual pero
hecho de piedra y sufrimiento, la ropa les queda distinta, miran diferente.
Lloró cuando le dijeron lo de la novia, muerta,
golpeada, cinco extraños navajazos, posiblemente problemas de drogas pues tenía
señales de pinchazos en los brazos…el entierro era ese mismo día a las seis de
la tarde. Fue la información que recogió, poco pudo contestar a la preguntas
del poli, el no recordaba nada de su situación anterior ni porque había
aparecido en el parque, ni el porque de su desmayo…solo quería que lo dejaran
en paz e ir a enterrar a su novia.
Lo dejaremos haciendo los absurdos trámites para salir
del hospital y salir al fin con una luz que le cegaba, le dejaremos subiendo al
taxi para ir a su apartamento, lo dejaremos ducharse largamente y ponerse una
muda limpia, una camisa, un pantalón vaquero, las deportivas y, cómo no, el
largo abrigo de piel negra; le dejaremos ir al cementerio y abrazar a los
padres de su chica, llorar ante el ataúd marrón, con un gran Cristo de madera
de ébano en la tapa, arrojar una rosa roja sobre él, llorar como una damisela
cuando lo bajaban…
Fue, en el nuevo día, a la comisaria y pregunto por el hombre que
llevaba el caso, quería saber todo, quería saber el donde, el cómo, el porqué, en
qué estado estaba la investigación y como podía el ayudar a esclarecer todo los
hechos. El policía, inspector de homicidios le dijo, le atendió amable pero serio, le hizo muchas
preguntas casi todas sin respuestas antes de decirle lo que quería saber. Al
parecer la chica iba sola, las huellas así lo decían, por el sendero de la
rosaleda; aparentemente se paro en un sitio un rato y vario el rumbo noventa
grados, se giro, se interno en un grupo de arboles como si alguien la hubiera
llamado desde allí y esa persona, conocida seguro, la mato. ¿Huellas de la
persona? No había señales definidas. ¿Señales del arma homicida? No definidas.
Era exasperante, le dijo el poli, pocas veces había encontrado algo así, todo
un misterio que ni los científicos podrían resolver salvo hacen conjeturas. La
falta de huellas claras estaba en el que el agresor se puso algo en el calzado
que lo disimulaba o un calzado especial ancho y largo que amortiguaba la pisada.
El arma algo parecido, solo sabía que no era metálica, poco más.
Fue por allí en la tarde del domingo, chocando con
los cientos de visitantes despistados, esquivando a los habituales de todos los
días. Se llamo gilipollas por la decisión del día y de la hora, como si no
conociese la afluencia de gente al parque. Caminó hasta la estatua negra que
presidia la fuente con ese grito eterno, avanzo arrastrando los pies hasta la
rosaleda hasta encontrar los sitios exactos, acompaño más con la mente que con
los ojos, las pisadas de su chica. Se paro en el sitio más o menos exacto donde
ella hizo lo mismo, avanzo cautelosamente hacia el sitio de altos y viejos arboles
que le habían descrito y se metió entre ellos imaginando, agachado, tocando la
tierra con su mano, la escena; la chica,
su chica, avanzando hacia allí toda confiada, alegre, sonriendo, feliz; su pelo
que refulgía con el brillo del sol y le daba como una aureola de Madonna
veneciana.
Imagino cómo se pararía ante la llamada de alguien
conocido, el asesino, como buscaría en su entorno quien la había llamado por su
nombre girando en un círculo. Lo encontraría, a él, entre aquellos arboles de gruesos troncos y
negrísimas sombras…sonreiría al encontrarlo…llegaría junto él y le saludaría, después, un largo beso lleno de cariño y de amor.
Hablarían del tiempo y de la última película de Scorcesse…
Fue en un momento determinado, quizás con la caída
del sol y esa sombra serpenteante que nublaba los sentidos de la estatua
maldita y atenazaba los corazones que sintió una ráfaga de viento frio, un aire
gélido, satánico, que se le metía muy dentro y helaba sus sentimientos, los ojo
le cambiaron y se pusieron de un verde esmeralda mientras sacaba, asustado, de los bolsillos de su gabán dos gruesas
placas de goma con tiras de velcro para sujetarlas y se las ponía bajo sus
deportivas… mientras extraída su punzón redondo de caoba debidamente acerado… y
llamaba a la chica que venía paseando por el parque, su chica, la llamaba pidiéndole
ayuda si podría, por favor que tenía un problema.…y la chica rubia y bella,
amorosa, se acercaba para ver qué pasaba con aquel joven novio muy atractivo,
de grandes ojos verdes, le decía hola, que te pasa, como me has encontrado aquí
y él le señalaba su mano izquierda lastimada y su gran cicatriz roja que iba
desde los dedos hasta la muñeca y la chica, su chica, su amor, su novia para
toda la vida, se la cogía , le besaba
con cariño y amor y en ese momento el punzón de madera dura como el ébano hacia
una curva descendente brutal y rápida que se clavaba en el pecho de la joven
que le mira sorprendida y aun enamorada, no creyendo en lo que está pasando y lo
que pasa es que está perdiendo la vida, le están robando años y años de vida,
le secuestran el futuro y las miles de posibilidades….mientras no muy lejos de
allí un diablo negro con una serpiente enrollada en las piernas sonríe
satisfecho…y le llama y le arrebata la cordura…
Sunday, December 20, 2015
Un beso de buenas noches.
Un beso de buenas noches.
Llego a casa con un cabreo que se le notaba en la cara. La
típica mueca ceñuda, mirando al suelo, la boca encogida y un gruñido en vez de
saludo. Se metió directamente en su habitación cerrando la puerta.
La llame para la cena. Tardo más de la cuenta pero, ya con
el pijama puesto (más raro todavía que un perro en bikini) se sentó en su
sitio, delante de un plato que o no veía o no le apetecía ver que son cosas muy
diferentes según el momento o la causa.
Su padre no se enteraba ni de la misa la mitad, el a lo
suyo, con sus chiste de siempre, con sus bromas infantiles, con sus ruiditos al
comer y masticar, con su baile de los panes imitando al genio de Chaplin en su
“La quimera del oro” su película preferida y siempre entusiasta de la misma.
Con todo aquello Mara hizo intención por dos veces de
levantarse e irse pero cuando iniciaba el movimiento y me miraba y veía mi
mirada asesina, la que pongo solo en contadas ocasiones, se volvía a su plato
como si fuera lo más importante de su vida y el mayor secreto del mundo
estuviese entres aquellas judías verdes y su huevo cocido…
No quería postre. No le permití aquello y, al menos, se tomo
su “activia” de un trago y sin decir nada se marcho rumbo a su partícula mundo,
es decir a su habitación, sus cuatro paredes con los poster, su televisión y su
música.
Ya todo recogido, lavado y puesto a secar me acerque. Llame
con cuidado y entre. Estaba acostada con
los auriculares puestos y la música que tronaba de ellos. Se los quite, sonreí
y le pregunte a que venían esos morros, esa mal educación, ese pasar
olímpicamente de todo y de todos, que no eran ni formas ni maneras.
Me dijo que había discutido con Sindy, que era una
sinvergüenza, una déspota y que no sabía que o quien se creía.
“Me dijo que porque yo pasaba de ella, que llevaba
evitándola más de dos meses, que nunca quedaba o la llamaba…le conteste que de
acuerdo que le parecía mañana a la hora que ella pusiera. Me contesto con toda
su desfachatez que mañana no podía, que le tocaba cuidar de la abuela y después
ir a nos e donde. Le dijo que entonces que dijera ella el día y al hora y el
lugar. Y me contesta que ya me lo dirá que esta semana era difícil porque tenía
que hacer mil cosas…y entonces explote y le pregunte entonces porque era mi culpa,
que yo llevaba un montón de veces que la llamaba y me decía siempre lo mismo
que estaba ocupada …que más tarde, otro día, otra semana…le dije recuerda que
me ponía en el twenty solo por conectarme contigo y …¿Qué me decías?...que no
podía, que otro día, otra semanas, que ya veríamos y ahora va y me dice que la
estoy evitando…¡YO!...que la estoy evitando yo….¿tú crees que esto es normal,
mama?”
Le dije que ese mal estar no podía empañar su vida con los
demás, con su familia por ejemplo, su padre en concreto por decir alguien, que
debía ser de otra forma, tomarse las cosas de otro modo más sencillo y natural,
tratando siempre que se tipo de comportamiento de los demás, que te echen la
culpa de lo que pasa y de lo que no pasa, tan común por otro lado, no la afectasen
de ningún modo.
“¿Es importante para ti esa chica?-le dije y conteste yo
antes de que dijera nada- no lo creo si no habéis salido juntas en tres meses
así que pasa un poco de ella y vete a darle un beso de buenas noches a tu padre
que se quedo un poco mosca en la cena”
“Tienes razón, lo siento, pero lo del beso no podríamos
pasar le extrañara pues hace mucho que no lo hago”
“No te preocupes, le extrañara y lo harás feliz, más feliz
que en todo el día, vamos”…
Wednesday, December 16, 2015
Solo una furgoneta…
Solo una furgoneta…
No sé como relataros esta historia. Me pasó a mí de forma
directa, la viví, la sufrí. No creo en esas imbecilidades de nada. Si en la
pared hay una mancha rara es que detrás hay un escape de agua ¿me entendéis?
Todo empezó con una tormenta de verano, hace un par de
semanas. Estábamos los cuatro de siempre en el parque, unos pitillos, una
conversación insulsa y tonta que termina derivando a las chicas ¡cómo no! Y…
empezó a llover, una de esas repentinas tormentas de verano,
con mucho aparato eléctrico y unos zambombazos que te dejaban sordo.
Nos metimos en la furgoneta de Tonio. Tonio es un chico con
pocas luces pero de buen talante, uno mas del grupo, buen tipo, no nos dejaría
tirados por nada, se puede confiar en él; nos aprovechamos un poco, también hay
que decirlo. Trabaja con su padre haciendo pequeños transportes, mudanzas, etc…por
eso lo de su furgoneta. Esta era casi nueva y grande, gris ratón. Nos metimos
en ella y nos sentamos en la parte trasera, la de la carga, como pudimos pues había
algunos trastos embalados con sabanas blancas que tenía que entregar al día
siguiente. Las puertas las dejamos un poco abiertas pues un poco de
claustrofobia sí que nos da y el humo de los cigarros.
Tonio de vez en cuando nos consigue algún curro que nos
viene muy bien y nosotros le correspondemos tratando de hacerlo lo mejor
posible, cosas sencillas como eso cargar y descargar unos muebles, o unos electrodomésticos,
etc. Para cosas más complicadas pues va a gente con experiencia, profesionales
de toda la vida, no con nosotros, claro. Veinte eurillos por una tarde siempre
son bienvenidos, sobre todo para nosotros
que siempre estamos a dos velas.
Sonó, de pronto, el claxon dándonos un susto de muerte.
Nadie cercano al volante, incompresible, algún fallo eléctrico, pensé.
Las puertas se cerraron de golpe, una ráfaga de viento,
pensé de nuevo para mis adentros. Tonio
quiso abrirlas pero nada, estaban como atascadas. Allí los cuatros mas
encerrados que el Lute en sus tiempos.
En el techo, algo me atrajo mi atención sobre él, filigranas
de humo formaban figuras extrañas, cambiantes con la luz de los cigarros que
estábamos fumando, parecían formar rostros maléficos, sonrisas tremendas,
carcajadas…
Intente salir pues aquello me estaba asustando un poco,
imposible, las puertas no se abrían ni con oraciones. Os lo juro, ese día no había
fumado ni un porro, de verdad, estabas más seco y sobrio y limpio que nunca. Me
empecé a poner muy nervioso, colérico más bien y ese es un estado muy peligroso
para mí.
Los cristales de los asientos delanteros, de pronto bajaron
y subieron un par de veces, de forma caótica. Se nota que querían amedrentarme
y lo iban consiguiendo, me estaba asustando de veras.
Arranco el coche, parecía que iba a ponerse en movimiento
sin nadie al volante, rugió y dio como dos o tres sacudidas y con un par de toses
roncas se paro. Tonio hizo el ademan de pasarse a los asientos delanteros pero
no pudo.
El silencio que nos inundo era ominoso
Un gran golpe en mi lado, como si viniera de fuera, abollo
la chapa y golpeándome me tiro sobre Cardi. Mire en la dirección del golpe todo
estupefacto, y, con miedo, si, con miedo por una vez en mi vida. Cardi, por si
no lo he dicho es el delincuente habitual del grupo siempre está entrando y saliendo de comisaria,
una pena. La última, más de seis meses, fue por robar en un coche de la policía
municipal, solo a él se le ocurriría hacer algo parecido.
Un olor a azufre o huevos podridos llenaron nuestras narices.
León vomito, menos mal que saco la cabeza a tiempo y echo la pastilla fuera, en
la calle y la furgo le permitió lo que antes no nos dejo hacer que fue abrir
las puertas traseras. Cuando metió la cabeza dentro la puerta se volvió a
cerrar sola con un fuerte y violento golpe.
Tonio nos calmaba diciendo que no hiciéramos caso que todo
venia de unos días atrás en la que unos gilipollas se metieron dentro con unas
velas negras y una ouija y, a partir de entonces, la furgo hacia cosas raras
pero nada más grave que los que oíamos o veíamos. León le dijo que la cambiase
antes de que pasara algo gordo, que iba a pasar algo muy gordo con aquel bicho.
Cardi empezó a flipar. Empezó a recordarnos aquella película
de un tal Crapenter no se que sobre un coche que salió mal de la cadena de
montaje, cosas de sangre y posesiones, y se dedicaba a matar gente…León le
añadió que era de un libro de King y que molaba, una pasada en bicicleta.
Yo le dije que llamara a el crédulo de la tele, ese de las
historias parasicológicas, que a lo mejor hasta le daban algo de pasta. Imagina
la pasada de tu furgo posesa en un capitulo de fenómenos en la televisión, que
pasada, tío, anímate, todos lo podríamos ver e incluso salir en el reportje.
Se encendió la radio. El salto que pegamos todos fue
espectacular. Cada vez que lo pienso me estremezco. Allí los cuatro tontos,
metidos en una furgo encantada y asustándonos como críos pequeñajos con cada
cosa que hacía. La canción era un pasada de borde, vieja y con interferencias.
Las luces se encendieron y empezaron a parpadear como en una
disco. A la secuencia de luz y sombras, las figuras del techo empezaron a moverse como reptiles al ataque, como
pequeños dragones echando fuego, como diablos en una danza infernal. El
conjunto con ese olor repulsivo era…no sé cómo describirlo, la situación se me
hacia increíble, surrealista y encima con autentico terror. Alguien, mejor no
saber quien, dejo además un olor acido y
concentrado a orines….nos arrejuntamos como unos pobres chavalines en una
esquina, los cuatro apretujados, lastima que no hubiera ninguna de la chicas,
estaría el sobeteo precioso y cachondo.
“Solo falta que empiece
a saltar sobre los neumáticos” dijo alguien, no sé quién y, acto
seguido, empezamos a dar más botes que una pelota de futbol dominguera. Me fije
que seguíamos la música o sea se algo que no cuadraba…
León que estaba más que flipado empezó a contar que un
accidente, retomando lo del libro del tal King, y que algo de sangre que le
llego al coche había provocado todo aquello…Tonio le cortó rápido y le dijo que
sí, que uno de los chicos se había hecho un corte grande en el brazo, que le
dieron incluso cinco puntos de sutura. Incluso nos enseño los restos de la
mancha en el suelo, semejaba, no sé, como una medusa grande en el mar solo que
castaño rojiza y era polvorienta.
La tormenta paso como todo en la vida. Las puertas se abrieron,
todo quedo más que tranquilo y salimos.
Sigo pensando en fallos del equipo eléctrico o un mala broma
de alguien. La furgo de Tonio, yo ya no subo en ella ni aunque me pague, bueno,
si hay curro que le vamos hacer, de algo hay que vivir, vamos, digo yo…
Friday, December 11, 2015
Bajo la niebla…
Bajo la
niebla…
En otoño,
por la mañana temprano, la bruma de la ría invade los capos y la ciudad, la
envuelve en un abrazo de oso con un olor peculiar, olor que recuerda a las
algas, al pescado fresco, a la madera calafateada de los botes de pesca…te levantas,
te vistes y al abrir la puerta es como si entraras en otro mundo, un universo
lleno de dudas, de formas difuminadas, de preguntas que solo se contestan con
un avanzar casi de ciego.
Me gusta mi
ciudad bajo la niebla de otoño. Me traen recuerdos de los libros de Lovecraft
o, ya pensando en algo más modernos y brutal, del amigo Stephen King de sus
buenos tiempos, cuando sus novelas eran como un tajo a nuestras seguridades y
un mono con sonajas nos podía fastidiar una buena noche o ese piloto nocturno…
Bien
abrigado avanzas por entre calles y bultos que se mueven como espectros, huyen
de tu calor o de tu odio. Todo está cerrado y en silencio, no es una ausencia
de ruido sino que este es como si estuviese contenido bajo paneles de cristal,
silencio de respiraciones entrecortadas y de palabras al oído...
Los coches
con sus luces encendidas asemejan unos modernos ciclopes rumbo a Dios sabe
dónde o cuando…
La cartera
te pesa.
La humedad
se te mete por cada resquicio de la ropa, te va humedeciendo. No hay que decir
lo del pelo ya encrespado y mojado, esas gotas que se acumulan sobre las cejas
y, bien formadas, corren por las mejillas como si llorases por la humanidad en
pleno. Tiemblas de frio húmedo y viscoso lo que te lleva a pensar en serpientes
y cosas peores que no puedes ver. La bruma te va robando el calor que tienes y
con el la seguridad.
Es curioso,
piensas, en este estado no hay sombras, es como si nos las hubiesen robado o
estas huyeran de súbito presintiendo algo terrible o perverso.
Te guías por
los pequeños soles, casi sin luz, de las farolas de la gran vía. Avanzas como
aquella vieja insomne, la de la alcuza buscando vida y palabras y amor…
Notas que el
sol lucha por hacerse presente pero todo lo que consigue es una huella pálida
en lo alto…como si fuera un sol pálido, al que le quietaran la sangre un
vampiro estelar gigantesco…
Algunas
sombras fantasmagóricas se cruzan contigo; algo deben de ver en ti que se
apartan para no rozarse, nadie se acerca a nadie. No te pasa nadie pues
normalmente tú vas más rápido que la gente del barrio. Te queda poco para el
insti, ya está a punto de llegar, cinco minutos y estarás a salvo…
En tus
pensamientos no te das cuenta de la sombra que te alcanza por la izquierda,
como se adecúa a tu velocidad y a tu paso, como se pone a una distancia que podríamos decir que no
muy correcta. Tu en tus nubes de rimas y miedos, de libros y de fantasías. Casi
te roza, ya a tu altura lanza su mano a tu entrepiernas, estruja tu sexo, lo manosea
como buscando un hueco, una raja; es un segundo o menos pero no por ellos dejas
de reaccionar con el inicio de un empalme; el desconocido lo nota, lo soba como
con sorpresa, se le escapa un “Uffff” audible y rápido lo suelta y sale
corriendo diciéndote: “Lo siento, creí que eras una chica”…
No sabes si
salir corriendo y darle una buena tunda (por lo de tocarte o lo de confundirte
con una chica) o meterte detrás de unos
setos y hacerte una paja…no sabes, no reaccionas y terminas riéndote de la
bruma, de los fantasmas, de los monstruos de Lovecraft y de todo…”el hombre es
el mayor monstruo para el hombre”…
Sunday, December 06, 2015
Cuando las armas cantan a la muerte
Cuando las armas cantan a la muerte
Y las viudas insomnes se estremecen,
tiemblan bajo las sabanas húmedas...
la leche ordeñada, fresca, se pierde
y las cascaras de huevo revientan...
mira al cielo como se atormenta,
como se agrietan las nubes
vaporosas y decorativas.
como el sol gira sin fin
auto complacido en el tiempo...
Mira temblar tus manos acartonadas
y cobíjate en las sombras de la cruz.
El tiempo esta ido, el espacio está roto
y, nosotros, somos olas en el desatino
copos de sangre y dolor y miedo.....
Wednesday, December 02, 2015
Problemas en la playa (14): Paranoias.
Paranoias.
Lo reconozco, soy muy paranoico,
aprensivo quizás fuera la palabra más exacta. A quien le diga que lo primero
que hago al llegar a un sitio nuevo de vacaciones es, después de buscar la
primera hamburguesería (mejor MacDonald) o pizzería que se encuentre, es tener los datos y la
ubicación del servicio de urgencias bien anotados en la cartera, un papel al
lado del teléfono y en un imán en la nevera. Normalmente ya se lo pregunto al
encargado de darnos las llaves del apartamento (véase capítulo IV) y, si puedo
y me dejan, paso por allí dando un paseo para, por si hay que ir, saber bien el
camino. A continuación, el teléfono del servicio de médico de asistencia a
domicilio y servicio de urgencias.
Con todo ello no estoy tan tranquilo,
no, creo en la ley de Murphy y sé que cuanto haga será poco e inútil. Todo se
trastocara en el ultimo y necesario momento y todo saldrá mal para que pueda
decir en voz alta: “ya os lo dije”.
No es por mí, entender, a mí que me
parta un rayo. Lo que piensa la fámula y mi sonriente familia de tres críos que
deben de pensar que estoy medio loco, pero la verdad es que si no tienes la
información estas perdido y, si la tienes, también.
Todo empieza normalmente al segundo día.
Uno de los niños se empieza a quejar de la tripa y termina vomitando por encima
mía al atenderlo. Toda la comida del día anterior mezclada con la cena, no sé
cuantos helados y granitos de arena aderezando todo y dándole un colorido
especial y un tufo mas especial todavia. Rápidamente saco el botiquín (¡sí! llevo el botiquín a todos los
lados, es el del coche pero un poco más grande). En el botiquín no hay nada
para eso que está pasando pero tener el botiquín en una mano mientras con la
otra, pringosa y llena de vomito, le
coges la mano y lo animas, da…como confianza. La mujer, curada de mil espantos,
rápidamente le encasqueta el acuarios a sorbos, le da una pastilla de no sé
qué, (si, lo sé, primperan) lo tapa bien con una simple sabana y nos manda a
todos a la playa. Sin darme tiempo a replicar ya me dice que es el cambio de
agua o que trago agua de la playa sucia y nada más, que no piense en otras
cosas y que me ocupe de los otros críos. Lo malo es que los tres pasaran por lo
mismo y, Murphy al canto, en diferentes días.
Al cuarto día esta la picadura,
dolorosísima debe de ser, de las medusa o de la que nosotros llamábamos faneca
brava, eran otros tiempos y otros lugares, otras aventuras no tan libres como las de ahora.
¡Claro! A la niña que no sabe qué hacer mientras llora y pretende que le
arranquemos el pie de su sitio. Con ella en brazos, salgo corriendo a urgencias
de la cruz roja de la playa, corro como un loco con el sudor llenando el cuerpo
para llegar y tener que guardar cola. Urgencias y cola. ¡Sí! Poco tiempo
después una chica muy agradable pregunta que tiene y la atiende pronto, se me
hace eterno el tiempo con ella quejándose en mis brazos y sus gruesos
lagrimones corriendo por sus mejillas y mis brazos ya doloridos. El corte, el
amoniaco,…..en fin, yo no miro, no sea que termine desmayándome como me paso
cuando la niña tenía dos añitos y al que tuvieron que atender de verdad fue a
mí.
¡Ah, Las colitis de verano!. Es como la
leyenda de las serpientes pero, en este caso, real y vivida como nunca. Un día
os levantáis y a pelearse por el baño, todos
a una como en Fuenteovejuna. Tu, el pardiño, el ultimo como siempre. Es como
una bola de nieve que cuanto más vas al baño, mas necesitas ir y el tiempo se acorta. ¡Pero es que sois
cinco, cinco! ¡Las mujeres y los niños primero! Y tú, que no eres ni mujer ni
niño, pues, que se le va hacer, la desgracia en verso. ¿La paella del día
anterior que comisteis todos? ¿Las almejitas que estaban bien de precio? ¿Los
helados del que paso por la playa a voz en grito?....
Y en esas épocas tan oportunas no
hablemos o de la varicela o el sarampión o la rubeola, que de todo hay y ha
pasado. Cada año uno cae con algo de
ello, cosas normales, ya lo sé. Las cogerían tanto en casa como en la playa, ya
lo sé. ¿Pero todos los años lo mismo en el mismo sitio y en la iguales
vacaciones? Un año uno es el sarampión; al año siguiente la niña con la varicela;
al otro la rubeola, al otro……
Y llega lo tuyo. Playa y cólico
nefrítico son sinónimos de acción y sufrimiento. Una molestia en el lado
izquierdo, sin connotaciones políticas ¿Eh? Pasa a dolor inesperado al tiempo
que se notas unas problemillas al mear (perdón) y se termina con el parto
masculino que termina en urgencias, camilla sudada y con mal olor del anterior
que la uso, los tres críos en traje de baño esperando con chanclas y arena, la
mujer gritando que me atiendan de una puta vez, que al menos me quiten el dolor
mientras las enfermeras le dan un valium, a ella que esta histérica viendo como
me retuerzo de dolor, y atienden, de
verdad urgentes, a los heridos del ultima accidente ¡Qué casualidad! …de trafico…
Y encima aguantar al doctor que siempre dicen lo mismo. Vayas a donde vayas,
dicen lo mismo, como si estudiaran en la misma escuela o leyeran los mismos
libros: “¡Beba más agua como minino dos litros de agua al día!”
Eso sí, después de los dolores, del
sufrimiento de película gore cuando te buscan la vena para ponerte la vía,
siempre es la enfermera más fea y sádica, cuando te calma el dolor, la tensión
se normaliza ¡que paraísos, que felicidad momentánea! En ese momento, porque
recuerdas que estas casado que sino…, le ofrecerías matrimonio a la enfermera
fea y sádica que, de pronto, ya no es ni tan fea ni tan sádica. Al poco con
unas buscapinas en el bolsillo y la cara de felicidad de un tonto regresas al
apartamento….
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