Y VI.-
Bueno coche, viaje, comida,
arena, apartamento y… ¿Qué me decís de las hermosas conversaciones veraniegas?
No me diréis que no tienen su encanto y, siempre, los lugares comunes que tan
bien domina la fámula.
El tiempo, por ejemplo. Haga el tiempo
que haga, en el mediterráneo salvo un día al mes, hace sol y calor. Mucho sol y
mucho calor. Hace años de sol y calor. Pues bien, hay que hablar del tiempo del
que hará mañana al tiempo que todo el mundo mira el horizonte, se señala con dudas
esa nubecilla veraniega sobre la iglesia y que avanza a trompicones, se comenta
el halo sobre la luna y siempre se señala el temor al día malo y el no poder ir
a la playa. No se acaba ahí la cosa, al día siguiente, con los bikinis puestos,
bajo la sombra de la sombrilla, a hablar del tiempo que hace y que hará y el
“menos mal” que buen día hace hoy. Tiempo por las tardes, tiempo por las
mañanas, tiempo en la hora de comer. Fuente inagotable de charlas y comentarios
a cual más ridículo.
Cuando no es del tiempo pues hay que
hablar de las enfermedades, dolores y, los que los tenemos, de los críos. Estos
están jugando como toros saltando olas en la orilla de la playa, haciendo
castillos de arena que se desmoronan a
la primera o subiendo por las pirámides de las cuerdas que alguien del
ayuntamiento tuvo la ocurrencia de ponerlas para la famosa comisión….pero se
habla largo y tendido de la tos ferina, de la duración del parto y el número de
los puntos que le pusieron en cada ocasión, de la menopausia futura y de cómo
hay que prepararse, de las varices peligrosas y los remedios mágicos, de la
inflamación del útero .
Los hombres, llegando a estos extremos,
por pudor o asco o miedo escénico, quien sabe, se dedican a lo suyo, a comentar
lo buenas que están las cervezas y sus
pinchitos, el futbol y sus respectivos equipos y el que harán después por la
tarde (todas, todas las tardes se encuentran en el mismo paseo, a la misma
hora, para hacer el mismo recorrido que termina en el chiringuito donde cenan
un poco tarde). De vez en cuando y es toda un proeza salta algún chiste viejo
(¿Sabes en que se parecen un buena paella y una mamada?.... ¡las mejore son
siempre fuera de casa!…. ¡Ja, Ja, Ja…!)o algún chiste, son peligroso por
aquello de lo políticamente correcto, de los llamados regionales (Sabéis aquel
del bilbaíno que entro en una librería y pidió un mapamundi de
Bilbao..jajajaja..Sabéis en que se diferencia Dios de un gallego: En que Dios
está en todas partes y el gallego ya ha estado…ja jajaj…. Sabéis aquel del andaluz
acodado en la barra del bar que le dice al compadre: Pepe no siguas bebiendo
que te estás volviendo borroso…jajajaja….)
Y se vuelve a las comidas y el
intercambio de recetas que nadie apunta, no hay donde, no hay ni ganas, son
todas autenticas tonterías de trucos secretos a voces. Y los hombres, ya
escabullidos de parejas y niños, hablan de restaurantes y de las ocasiones no
perdidas, la sueca por ejemplo, siempre hay una sueca que esta como un tren y
te que deja como un trapo de cocina
sucio (nadie se explica el donde o el cómo pues siempre están juntos y, cuando
no, son las duchas de los críos, la
compra, los avatares del día a día, pero la sueca que no falte en ninguna
conversación de hombretones en la playa)….
¡Y el hablar de los michelines! Como se
analizan una a otra de forma sonriente mientras se despellejan mutuamente.
¿Cuántas amistades de toda la vida han sido rotas por un comentario de una
lorza a destiempo?...o comparando los colores del moreno de los críos primero y
de ellas mismas después. Y se cuentan el secreto de la alcachofa, o el de las
kilos de zanahorias que se han comido ante por aquello de los carotenos. O los
tomates que es lo mejor para el sol. O la dieta milagrosa del tofú que cada
tres años vuelve a las ondas. Se medio esconde el tratamiento de diez masajes
a precio de órdago antes de ir a la playa; tratamiento que
sirvió, realmente, para engordar un par de kilos, por aquello de la confianza
da asco y, claro, se pica un poco más de la cuenta. Se esconde el segundo
tratamiento, casero, como no, de ese producto milagros que es “4, 3, 2, 1” y
que no funciono salvo para ir, cuando una menos se lo espera a la servicio
creando situaciones más bien delicadas o vergonzantes. Se esconde el
tratamiento drástico de las marcas buenas a última hora, un pastón oigan, y que prometen reducir en 2 centímetro en
un mes (mentira, más bien se gana porque
se come algo mas, ya lo repetimos por si las moscas). Se esconde que la última
semana a base de lechuga para desayunar, comer y cenar y… ¡aun así!
Y los comentarios sobre las arrugas…y el
año que ha pasado y los disgusto y las posibles o reales operaciones que se han
hecho o que se quieren hacer, si pueden, claro. Al tiempo se observa un
creciendo de la socarronería en estos temas, son pequeñas puyadas que se tiran
unas a otras, sobre todo, de las mayores y más baqueteadas y mas ruines a las
más jóvenes e inocentes y sencillas. Los hombres ya lejos aprovechan para tomas
la primera cervecita, ¡qué buena!, rubia,
con su pinchito, y con las gafas de sol bien caladas, a mirar tetas y culos de
las más jóvenes que se solacen con disciplencia y falta de pudor (con las gafas
reflectantes piensan que nadie sabe donde miran o a quien miran y solo dan
vergüenza ajena y comentarios de crápulas para abajo).
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