Tuesday, October 20, 2015

Problemas en la playa (7. 2): Los niños siguen detras...


2.- “¿Falta mucho?, me canso.”-insiste Mara, obstinada y terca, tocándome el hombro derecho. Sabe que no soporto que haga eso mientras conduzco, sobre todo si lo hace de forma sorpresiva.

“Ya falta menos”- le responde la madre, siempre al quite, antes de que, ante la sorpresa, salte con alguna gorda, algún exabrupto o inconveniente….

Se callan todos, silencio, oigo el motor como un ronroneo suave y ligero al compas del viento y del mar que se ve en la lejanía, a nuestra derecha, tras los pinares hermosos y escasos. Entre los arboles pequeños chalecitos de tejados rojos.

“¿Podemos parar?- es Javi que toma el relevo- Tengo ganas de hacer pis”

Aprieto los labios, me trago sapos y culebras.

“Sabes que no podemos en la autopista, tendremos que buscar una zona para eso y, además, has hecho antes de salir”.-No puedo evitar contestarle con un cierto deje de cabreo, ya un poco enfadado.

“Si, pero Mara ha hecho dos veces y yo solo una. Me meo, hay que parar. Tienes que parar”

Mi mujer me mira suplicante y asiento y busco, en la lejanía, ese desvió hacia una zona de descanso o una salida que me permita volver, mas tarde, a cogerla. Como siempre, funciona muy bien la ley de Murphy con los niños, y acabamos de pasar una zona de descanso y la siguiente quedara lejos…

“Que me meo. Parar”….se agarra de forma exagerada sus partes para manifestar así de forma trágica su situación desesperada. Le paso, de broma, la botella del agua ya medio vacía y le digo que si tantas ganas tiene que lo haga allí mismo. La mujer me mira con exagerado cabreo. Javi, atrás, sin coger la botella se queda sin respuesta y Mara, siempre la bendita Mara, suelta una risilla por lo bajo….

“Papa, que me meo…..”-Noto que mi cabreo va en relación directa con el aliento que noto en la nuca con cada frasecilla que van soltando.

“Papa, para que…..” arece que al pobre le quedan dos o tres minutos de vida, se agarra el vientre, se congestiona, casi ya no habla, se desgarra..

Aparece a la vista el desvió, lo cojo bajando la velocidad  a 80, 50, 40, 20…aparco. Voy a bajarme pero no lo hago, ella es más rápida y baja, saca al crio y lo lleva detrás de unos mini pinos, casi unos arbolitos de navidad. Veo que hace lo que hace, en verdad no tenía ganas, dos gotitas. Mara se ríe por lo bajini con lo que, a mí, me parece una sonrisa siniestra, la de estropear cualquier viaje.

Ya estamos todos de nuevo en el coche. Arranco de nuevo, Nos movemos, voy pensando cual será el siguiente paso, no llegaremos nunca.

“¿Falta mucho?”- sigue con la perra, segundo acto, Javi, -“Es que me aburro”

“Ya falta menos y por mucho que digas o hagas no llegaremos antes, Cállate y duerme un poco”- contesta siempre la de “al lado” con un deje de pedagogía barata que nunca, digo nunca, funciona con estos dos. Y es una incógnita grande el saber que conmigo si funciona. ¿Porque con ellos no?

“¿Cuándo paramos a beber algo?”- se mete la sabiondilla de Mara, relevando a su hermano- “tengo mucha sed”

“Ya falta menos, a mitad de camino paramos y tomaremos algo. Ya lo sabéis y no seáis tan pesados”

“Es que me aburro y tengo la boca seca”-insiste Mara. (Nuevo toquecillo en el hombro con sus deditos mientras mira disimuladamente a ver como reacciono)

“Pues yo ya tengo hambre”- se une al juego, si esto es un juego, el impaciente Javi.

“Pues haber traído algo para jugar o leer. No quisisteis y ya está, tratar de cerrar los ojos y descansar. Piensa en ver a los abuelos, hace mucho tiempo que no los ves y la abuela estará feliz de darte un abrazo (…o piensa en la playa, jugar en la arena, volver a ver  los amigos del año pasado, el agua para bañarse…) ¿no te acuerdas?”-Da lo mismo que diga, todo seguirá en esa línea de atacar y atacar y atacar…mis nervios poco a poco se van estirando como cuerdas de una guitarra en máxima tensión a punto de hacer un clic y saltar por los aires rompiendo la armonía de la canción.

“¿Podemos parar? Yo también tengo sed, mucha sed…… ¡y hambre!”- entra como una víbora Javi.

“Ahora no, mas tarde, a mitad de camino pues si no nunca llegaremos”- contesto yo con voz dominada, más baja de lo normal mientras mis ojos echan miradas envenenadas por el cristal retrovisor.

“Me aburro”- dice Mara. Me vuelve a dar dos golpecitos en el hombro. Su madre, le pega en la mano justo en el segundo golpe. Hace un mohín, como de enfadada, pero se la ve alegre pues ya ha conseguido la primera reacción un tanto desproporcionada. Saca la lengua con descaro y dice que no le ha dolido.

“Me aburro”-dice Javi.

“Si lo sé era mejor no ir a la playa, es un coñazo…”-suelta Mara.

“Ha dicho una palabrota. Mami, ha dicho una palabrota, ha dicho coñazo ¿se puede decir coñazo?”- Javi a todas.- “porque si ella puede decirlo yo también, este viaje es un coñazo, el coche es un coñazo, esta tía es una coñazo….tengo una hermana coñazo…”

La madre, le da un simple toque, una caricia más bien, le susurra silencio y prohíbe repetir esa palabra. Javi cruza los brazos enfurruñado, baja la cabeza con el ceño fruncido y hace que llora pero sin llorar.

“A ella le dejáis decir palabrotas y a mí no. No es justo. No es justo. Os odio. Siempre habéis querido mas a “la niña” y es un coñazo”- Saca la lengua en mi dirección, más bien en la dirección del retrovisor por el que lo voy espiando. El copiloto y freno de mano y madre amaga con un sopapo que nunca llega a destino. Se la ve cabreada, se pone el índice en la boca y le dice que chitón, que ya hablaremos a la vuelta y que ya hablaríamos de la paga semanal, del ordenador y de la game.

Es nombrar la “game” cuando un silencio sepulcral inunda el coche, por unos minutos, claro,…. (Seguiremos en el viaje).

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