Fulgores lejanos en el inmenso cielo
Que se presiente
Más allá de ese manto de negrura
Que nos invade.
Brillos blancos, fríos como la nieve
De lejanas montañas,
Como chispazos de electricidad
Estática en la tela de tu falda.
No te toco por miedo a perderme en
Esa negritud inmensa, profunda,
En ese brillo inmenso de tus ojos
Cegando, acecho de fiera en celo,
En ese fulgor rápido de garras
Que abren y desgarran.
Buscando ardientes el calor
De la sangre palpitante,
Ese rojo poderoso de fuerza
Vital, áurea y vida silente,
Terminando en un aullido firme,
Victorioso, tras el rápido bocado,
De hambre, a un corazón humano.
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