Thursday, December 01, 2016

Dibuja olas


Dibuja olas
sobre su corazón de hierro
para morir de una vez por todas.

Dibuja olas
al tiempo que fluye
camino a ninguna parte.

Rodeado de enemigos,
desconocidos, anónimos,
no sabe de rutas de escape,
no sabe de silencios presentidos
ni busca amarres en una realidad virtual.

Dibuja olas
en el vaho de la ventana,
perdiendo el poco tiempo concedido.

No confía en si mismo,
perdida la seguridad del hogar,
le han cerrado las puertas del alma,
le han cerrado la esperanza en cárcel de papel,
solo queda el recuerdo de la olas golpeando el acantilado de Segorbe.

Dibuja olas
de gaviotas en el cielo
azul, presentido juego final.

Las sombras van cubriendo
la habitación azulada, el aire
se vuelve más y mas frío, el ruido
monótono se vuelve canción de cuna o sepultura,
del niño que nació muerto y cuya sepultura fue el vientre de su madre.

Dibuja olas
con rizos de los cabellos
de la amada perdida en un tiempo que paso.

La canción se torna
en ritmo de corazón delator,
en miedos oscuros de la primera edad del hombre,
cuando el fuego era solo una pesadilla grotesca,
y los cazadores nunca tenían la esperanza de volver a ver la cueva.

Dibuja olas
de humo gris y rojo
del atardecer de batallas.

Se viste de gris y negro
con canciones lejanas y tristes,
que hablan de muerte, violaciones, soledades,
y, sobre todo y todos, hablan de miedo al presente,
ese no saber que es la luz que alumbra, la luna que vigila, el fuego que quema.

Dibuja olas
de titanio en espinas
del fiero Alcaudón, ya vencido por una niña.

El hongo se adentra en su retina,
comprendiendo que el silencio es solo
la rotura de las palabras no dichas, inexpresadas,
porque los labios están sellados o cosidos con piel humana,
porque el cruciforme te moldea en circuitos electrónicos que te reviven.

Dibuja olas
en el mar de cristal
violáceo del olvido, en la luna.

Prefiere no ver, u oír.
Solo quiere ponerse en pie en las olas lejanas
del mar prohibido, sentir el roce áspero y asfixiante del agua
de mar en el rostro, gozar de la libertad sin limite de la velocidad
de la aguas, y hundirse en el frío de Estigia, mas allá de este tiempo.

Dibuja olas
en la sabana de la cama,
ya arrugadas, con su dedo índice.

Prefiere morir a este silencio
de música ambiente, sufre en la inmovilidad
perpetua de una cresta de ola, no aguanta mas el filo
de araña, como un picor de la espalda, que nadie, nadie, nadie...le va a aliviar.

Dibuja olas
sobre su corazón de hierro
para morir de una vez por todas.

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