Sunday, January 10, 2016

Dudas.


Dudas.

Se levanto con los ojos muy rojos y un fuerte dolor de cabeza. Parecía un zombi recién despertado, manoteando al aire, anquilosada…

Su madre se preocupo al verla así y, cuando el saludo se convirtió en una especie de gruñido selvático y se negó de forma radical a desayunar, rápidamente pidió cita para el médico de familia ya pensando en una conjuntivitis o algo mucho peor. Tuvo que llamar más de cuatro veces hasta que se lo cogieron y la citaron para dos días más tarde. Se preocupo pues ya se sabe que las cosas con tiempo van a peor así que, con dolor del corazón pues a esperar y un colirio…

Al día siguiente fue lo mismo si bien por medio hubo una fuerte discusión, la chica estaba como muy irritada, un tanto neurótica, exaltadas por veces, derrumbada por otras. Nunca la había visto así, perdón, si, pero lo había dejado pensando en épocas de exámenes, en problemas en las incipientes relaciones sentimentales, los chicos y cosas así, en esos dos ultimo meses. Los malos modos eran continuos como si la educación escasa que tenía se hubiera evaporado de repente.

Los ojos los tiene rojísimos, como achinados y brillaban de forma especial…al tiempo solo quería dormir, dormitar como una marmota en invierno…

El día de la consulta los tenía ¡sorpresa! más que bien. Claros, brillantes, llenos de inteligencia. Las dudas atenazaron el corazón de la madre, sospechando algo más pues no entendía el cambio tan radical, como de la noche al día. La niña estaba amable, risueña, casi feliz, casi como la niña que había sido siempre. El médico de siempre, ya un veterano en mil lides, la miro y remiro y le dijo que no apreciaba nada que de todos modos le daba un colirio contra la alergia por si las moscas, mes de mayo, y si se le ponían de nuevo así que la mandaría al especialista, al oftalmólogo.

Desde ese día y todas las semanas que siguieron la niña, 16 años, de forma intermitente siguió así, muy irritable y con mucho sueño después de comer, apática, irascible, los ojos rojos e iba como engordando de forma inadecuada, como si estuviera inflándose. La higiene iba brillando por su ausencia…los desayunos inútiles, apenas comía y sin embargo después a deshoras se atiborraba de chocolates y chucherías.

Volvió a llevarla al médico (para lo cual tuvo que engañarla pues se negaba de forma radical y casi agresiva cuando salía el tema) el cual puso cara de enfado o de consternación al verla entrar en la consulta, la miro y remiro, decidió finalmente enviarla al de la especialidad. Hubo un momento tenso cuando le pregunto directamente, mientras escribía el talón para el oftalmólogo, sin curvas o escusas, si no estaba fumando algo o metiéndose alguna cosa no muy conveniente. La chica se puso farruca al decir que no y añadió muchas más cosas, algún que otro insulto incluido y algunos papeles que volaron de la mesa al suelo. Las barreras se rompieron y los gritos con ellas. El médico suspiro hondo, rompió el papel para la nueva cita y sin ambages le dijo a su madre que la niña, mitad chica, mitad mujer, estaba como mínimo fumando porros, no había otra cosa: ojos rojos y achinados mas irritabilidad= porros. Que nada de dinero, nada de salir así como así, mucho control y mucho ánimo, que no la dejase sola y tratase de averiguar como conseguía la droga aunque, añadió con una cierta dejadez, ya se sabe que en estos tiempos está al alcance de cualquiera y en cualquier lugar.

Después se dirigió a la chica/niña/mujer y le empezó a comentar los perjuicios de las drogas, le dio un folleto de la comunidad, unas direcciones a donde se podría dirigir si quería…la apatía, pasado el momento de furia era evidente, tan evidente como que estaba colocada.

La madre se puso a llorar muy quedo, triste…la que se le avecinaba sobre todo sabiendo que todo dependería de la niña, no de ella, aunque no desfallecería pues haría todo lo que fuese necesario y más.

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