Wednesday, November 20, 2019

Un viejo boxeador.


¡No...¡Usted no lo entiende. El fue el mejor boxeador que yo haya entrenado nunca. Usted ya sabe he qué tenido en mi gimnasio campeones locales, nacionales y tres campeones olímpicos.

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¡No fue así¡ nadie quiere entenderlo y entenderme. Desde el primer día entreno fuerte, muy fuerte, con ganas, con coraje. Su gran sueño era convertirse en un nuevo Clay.

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Transformamos un chiquillo en una  maquina de box. El mejor juego de piernas, la izquierda más fulgurante desde Ray Sugar, y una derecha demoledora. Al tiempo le dimos una gran resistencia física gracias a una capacidad de sufrimiento al entreno que jamás habíamos visto.

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¡Nunca se quejo del entrenamiento! Incluso cuando nos íbamos  él era el último en salir. Destrozaba los sacos, sus guantes, sus zapatillas. Siempre quería hacer un poco más, un poco más.

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¡No es cierto¡ Recuerde sus primeros combates. En Montana, Laramie, Maine y Salk City sus  contrarios no fueron capaces de tocarlo. Los dejo en ridículo. Los vapuleo, los machaco, jugó con ellos cuando y como quiso. Jamás se vieron tan diferentes combinaciones de golpes. Siempre con su estilo clásico, la izquierda por delante ligeramente levantada, la derecha pegada al mentón. Su izquierda era como una víbora atacando rápida, el ojo no la veía.

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Lo más sorprendente de su estilo era esa forma de golpear al tiempo de desplazarse a derecha o izquierda, o ese paso atrás que ponía en evidencia a su contrincante.

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Todo empezó en el combate contra Silver en Mayfair. Sus primeros asaltos fueron primorosos. Su izquierda mantenía a raya a Silver. Este se desesperaba, no sabía por dónde entrarle. Le recuerdo que Silver hacia tres años había sido campeón olímpico.

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¡No, no, no¡ No tiene nada que ver ¡El combate era nuestro. La victoria estaba a nuestro alcance pero..... en el séptima asalto Silver  le golpeo en la nariz. Un golpe de fortuna con el brazo izquierdo abierto, dirigido con la impotencia del perdedor. La nariz empezó a sangrarle. Bajo la guardia. La derecha se abrió y, por ese hueco, entro Silver a matar. Arrojamos la toalla en el duodécimo asalto.

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¡No fue apañado¡ ¡Estuvo tres meses en el hospital para recuperarse¡ Pero psíquicamente nunca se recupero ¿sabe?....a  partir de ahí derrota tras derrota, paliza tras paliza.

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¿No puede entenderlo, verdad? Imposible entender a un boxeador  que desee que le peguen y le peguen. Disfrutaba siendo golpeado, apalizado. Disfrutaba sintiendo el gusto de su sangre que llegaba a su boca. Disfrutaba sintiendo como los puños de rival le rompían las costillas y el mismo dolor de estas, ya rotas, al respirar.

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¡Entiende ahora¡  Intentaba evitarlo pero, al mínimo golpe recibido volvía su adicción al dolor, a su deseo de  que le hicieran daño, a bajar la guardia.........

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