Soledad.
Solo y
perdido, hablando con mi sombra o mi gato invisible o la planta verde con
rostro de vieja bruja.
Me reflejo
en los espejos tapados con crespones negros. Nadie ha muerto, todavía, queda
mucho tiempo hasta la noche.
Subo flotando
las escaleras hacia la bohardilla llena de cachivaches del fondo del mar. Los
peldaños chirrían con un deje acuático y gangoso.
Me siento
solo. Los míos me dejaron en este abandonado planeta de quinto nivel porque no
hay peor.
Me siento en
el rincón oscuro de pensar donde las líneas del tiempo se deshacen, se borran
las linealidades espaciales y puedo rezar que vuelvan por mi...nadie me hace
caso como en tantas otras ocasiones.
Solo hay
silencio para mi, silencio y oprobio. El sayón castigado, el traidor pérfido
que nunca fui, condenado...
El infinito
espacio me devuelve los ecos de mis pensamientos, mi conciencia se hace trizas
materialmente en haces de luces polarizas.
Me vuelvo
loco.
Abro la
puerta a los ríos inmensos de fotones, las nebulosas espirales, a la caja del
perro y su inyección de sulfúrico, a los agujeros negros azulados que conducen
a otras realidades más perversas que esta...
Estoy
loco...y solo...muy lejos de Orión, mucho más allá de las Pléyades, encadenado
a esta Tierra azul por un cuerpo que no es el mío, que odio por lo que me
hizo...como fue amar...
No comments:
Post a Comment