Friday, June 30, 2017

Sonoro escándalo a medianoche.


Sonoro escándalo a medianoche.

Despiertas. Sientes. Oyes. Presientes.

Se abren ventanas oscuras y siniestros ojos vigilan.

Correrías de ratas en los tejados.

Salta el corazón en una pirueta sin red.

Las manos tiemblan sin pausa, sin temor, perdidas.

Miradas buscando una luna extraviada.

Estertores convulsos del hombre de barro y limo,

escalando frenético los muros de la cordura.

La niebla devora ansiosa muros y pasillos.

Tu puerta se refleja en una serie infinita...

Sunday, June 25, 2017

Regalos...envenenados.


Gira la rueda del destino en el sentido de la agujas del reloj. Gira sin parar, sin detenerse, siempre constante a su ritmo de triturar hechos, dramas personales, encuentros sorpresivos  y recuerdos. No hay obstáculos que la detenga, ni compasión por las pobres hormigas que, en el fondo somos todos en este bellos planeta llamado hormiguero, perdón, llamado Tierra..

El regalo en papel de plata y oro fue una sorpresa, una gran sorpresa. La sonrisa amplia de oreja a oreja del niño, apenas siete años, se perdió cuando intento saber que era aquello (los papeles del envoltorio ya estaban por el suelo y la abuelita con sus achaques y lumbalgias recogiéndolos con la paciencia de años y años). En la caja se veían cientos de hormigas en su hormiguero, hormiguero especial traslucido, como en un corte vertical, en una masa como gelatinosos llena de galerías mientras, por los huecos excavados, los pobres bichitos se afanaban por vivir y seguir viviendo preguntándose que serian aquel gran ojo que las contemplaba desde un fuera que no entendías.

Abrieron al caja y en el libro de instrucciones  les fue aclarando las ideas, que eran pocas y extrañas. Hormiguero, si. Material de gelatina para el mismo, también. Tapa para que no salieran las hormigas, por supuesto. ¿Las hormigas? Había que cogerlas en el jardín o en el campito o donde fuera, aportación del regalo, eso sí, una aclaración en negrita y grande, más de doce o no sobrevivirían.

Ante la desesperación del crio, apenas siete años, pues bajaron al parque en busca y captura de hormigas. No había, no encontraron. Claro que el instinto de depredador de bicho en los ciudadanos esta poco desarrollado. Por la tarde cogieron el coche, con la abuelita rosmando y se fueron a la montaña, a la búsqueda y captura de hormigas y…¡las encontraron tras un par de horas de agachados que ya les dolían la columna!...tuvo que ser la viejecita por supuesto que las recogió y las metió en el frasco ya preparado.

En casa las metieron en el hormiguero artificial y el crio (apenas siete años) se puso como un bobo a mirar la evoluciones de las decenas de hormiguitas que metieron en la caja de cristal, su nueva casa. Se movían de una lado a otro, se montaban unas encima de las otras, se subían por los cristales y, de pronto, empezaron a excavar en el suelo de gelatina, fueron…el crio, apenas siete años, cansado de los mismo una y otra vez, se fue a jugar a la maquinita, era más interesante…

Por la mañana (apenas siete años) quería dar de desayunar a sus hormiguitas…a sus hormiguitas que habían desaparecido, no quedaba ni una dentro de la caja. Si no estaba en la caja tenían que estar por otro sitio, es de suponer, cadáveres no se veían por ningún lado. La tragedia golpea y claro, con apenas siete años, no quería ir al cole, quería buscar a sus hormigas, la madre aterrada pues a saber donde estarían las dichas hormigas, el padre bostezo y explicó, leyendo el papel de la instrucciones, que se han escaparon por los agujeros de respirar que ponía que el tamaño de la hormigas no debía ser menor de 2 milímetros…se fue al trabajo, la abuela ni se inmuto…

¿Las hormiguitas?...fueron apareciendo ante la consternación de la mujer, las había en la panera, en los mueble donde guardaban  los fideos y cafés y azúcar, en la cocina, en el horno de la misma….la casa plagada hormigas que parecían que eran todavía muchas más de las que cogieron en el campo…en el mismo servicio que estaba invadido materialmente…y que no se atrevían entrar…debajo de las sabanas, en los armarios roperos con las ropa interior infestada de esos bichitos…en los juguetes de los críos que estaban alborozados y felices…la abuela, a esto, cogió la escoba y a barrer como si tal cosa, como si pasara siempre lo mismo todos los días….incluso en la melita, nadando en  el café, dentro de las bolsas del pan de molde….cada cosa que veían era un descubrimientos de más y más hormigas….en la cubertería que a su vez estaba en un cajón…incluso dentro de la nevera, parecía imposible aquella invasión, se colaban por cualquier rendija, parecía algo de mal de ojos o una maldición gitana en toda regla….

Barrer, quitar, sacudir, limpiar, lavar todo de nuevo, plata a plato, cuchillo a cuchillo, ….es que estaban incluso dentro del lavavajillas y la lavadora…revisar cada rincón, cada esquina, debajo de cualquier cosa que vieran…todo el santo día trajinando y, cuando acabaron, ya por la tarde, y con los niños que regresaron eufóricos e impacientes de la escuela pues a buscar, ordeno y mando, de la pequeña pues otras hormigas pero esta vez en plan toro o más grandes aun, si las hubiera tipo elefante serian las adecuada….

"Nunca más., nunca más"...se repetía, para sí, la madre.

Friday, June 23, 2017

Una puerta roja, cerrada…


Una puerta roja, cerrada…



Solo una puerta como tantas

Cerrada a cal y con candado…

A un lado, calidez del hogar,

Al otro el descenso al infierno…

De los bares de humo  y sostén

O triste ascenso a la terraza…

Para volar ingrávido hacia la fosa.



Es  solo una puerta y una llave…

Mágica que no está en la mano.

Voces que llamaban a la ira

Traspasan la madera hiriendo

Grave al corazón detenido…,

Taladran con dolor los oídos.



Una puerta cerrada

Una hija a un lado

Junto con la madre,

Un padre al otro…



Y voces airadas como puñales en la sombra

Viejos secretos que afloran

Solo una vieja puerta barnizada…

Un mundo se cae por una palabra,

Una vida se acaba por una palabra,

Un secreto se abre por una palabra,

¡Mejor estar en la inocencia del no saber!

¡Mejor estar sordo y no escuchar!



Solo una puerta marcando un destino…

Y el tiempo se acaba y para y muere…


Wednesday, June 21, 2017

Cuidado con los deseos…pueden cumplirse.


Cuidado con los deseos…pueden cumplirse.

Se enamoro del coche del escaparate, era el de sus sueños. Se paró a mirarlo, tenía algo de tiempo antes de entrar a trabajar aun sabiendo que la reunión con los nipones era muy importante para la empresa y para el. Un descapotable deportivo de la marca Ferrari sobre una tarima redonda dando vueltas inútilmente como la tierra sobre su eje. Rojo  como la sangre recién derramada. Se ponía a 140 kilómetros por hora en cuatro segundos. Con una belleza de líneas medio salvaje, inhóspita, peligrosa,  atrayente. Con el precio de un apartamento de un tamaño mediano era eso un sueño, imposible de poseer algo así y lo sabía. Su sueldo escaso, la familia amplia, el colegio de los niños, la hipoteca mensual. Valía mucho más que su propia casa. Esa era la típica idea de un idealista, un iluso, algo deseable pero inalcanzable. Su mano abierta sobre el cristal del escaparate era todo un símbolo, un gesto casi infantil…en la fuente de la plaza le dio la espalda al agua y, con una mueca que pretendía ser una sonrisa y los ojos cerrados,  arrojo con desespero un euro, el del café que no podría tomar en ese día.

Todo empezó a ir mal a partir de ese momento ¡y de qué forma!

Eran las ocho de la mañana cuando piso la mierda de un perro en la acera, resbalo y se cayó cuando largo era sobre la espalda que crujió como un viga de madera al romperse, de rebote la nuca impacto contra las losas de la calle por dos veces. Vio estrellas volando alrededor de su cabeza y a la gente solicita que le ayudaba. En realidad solo era un joven melenudo y lleno de piercings pero en su mareo lo veía por quintuplicado; curioso, pensó, como en los documentos mensuales para la dirección, por quintuplicado. El buen samaritano lo sentó en un banco de madera donde en una astilla le rasgo, pierna derecha, el pantalón; un siete enorme que dejaba entrever el calzoncillo blanco y sus piernas peludas y muy blancas. Medio conmocionado trato de recomponerse pero el dolor no le dejaba concentrarse bien. El joven le decía de ir al hospital, a urgencias pero el le respondía que debía ir al trabajo, que tenía que llegar a su oficina, cosas importantes, negocios, dinero, salario. El borracho que vivía en el banco cabreado con el intruso, pensando en que posiblemente le robase el lugar, su lugar de toda la vida,  le vomito encima como diciendo que no se metiera en su territorio, que se buscase su propio banco.

Llego tarde al trabajo, eran las nueve pasadas,  por primera vez en su vida y, tras la bronca de rigor por la tardanza y el aspecto deplorable, no digamos del olor que desprendía,  lo despidieron a distancia y con gestos.

Llego, en cambio,  temprano a casa, temprano y abatido, queriendo darse una ducha y poder cambiarse de ropa. Eran las diez horas treinta minutos,  y encontró a su mujer con otro; según ella, no era otro, era el de siempre. La escena era absurda, todas esas lo son, ridículas, un mal chiste.  La mujer, ex, más bien a partir de esa entrada, le hizo la maleta ante la sonrisa sardónica del testigo inoportuno que se tapaba sus cosas con una toalla blanca, la suya de siempre, y salió de la casa con el alma en los suelos. Menos mal que le dejaron  el tiempo justo de limpiarse y cambiar de ropa. “La casa me la quedo yo y los niños, por supuesto, gilipollas” le espeto la ya su ex en la puerta que se cerró como una condenación a los calabozos de la soledad.

No podía pensar que más le podría salir mal. Andado como un autómata se fue al café de la plaza, viejo y de grandes cristaleras. Era absurdo, pensó el, que a las once y media de la mañana, con su pequeña maleta, estuviera en aquel café en el que no entraba desde sus tiempos de la universidad. Era absurdo también que después de años de trabajo toda su vida se resumiera en aquella maleta mínima, se sentía casi desnudo como los hijos de la mar aunque el era más bien de aviones y aires. Su reflejo en el gran espejo mostraba ya los estragos de la situación y de la vida.

El café le quemo la garganta, en la impresión le vivieron ganas de llorar, y una furia consigo mismo inexplicable.  Se sentía airado, violento sin dejar de sentir la inutilidad de todo. Años de trabajo y familia tirados por la borda en unos minutos, un pequeño accidente, una broma cómica de algún Dios juguetón.

Los minutos pasaban sin darse cuenta, en un vacio de mente y alma mientras se abrían dudas y verdades. Vio el ticket de la consumición en un pequeño platillo de metal reluciente, un euro con cuarenta céntimos. Pago con desgana, casi llorando. Se pregunto qué podría hacer. ¿Una pensión? ¿La casa de un amigo por unos días? ¿Un abogado?....llamo al camarero y le entregó el dinero. Eran las once y cincuenta y siete. El garÇón comprobó el dinero, se dio la vuelta y avanzo con paso tambaleante hacia la caja central. Por el camino atendió la llamada de una joven guitarrera, tomando nota de  su pedido.

Entrego todo al viejo arrugado y de grandes mostachos de la caja, el de siempre, el eterno, eternamente empotrado en un sitio minúsculo. Pulsó el precio y, al coger las monedillas de la vuelta,  sonaron campanas como cristales rotos. Un grueso y orondo camarero de chaleco reluciente, frac  y un puro en la boca, bajó por las escaleras de las oficinas con una bandeja enorme, con un chasquido seco de los dedos de la mano derecha se  rodeo de todos los camareros con bengalas encendidas y se acercaron a la mesa de aquel  hombre, nuestro mísero y desgraciado protagonista, y haciéndole entrega, eran las doce en punto de la mañana,  lo sé por las campanadas del reloj de la sucursal bancaria de enfrente que se puso a dar esas doce campanadas, de las llaves del coche que le había tocado en ese mismo momento, un coche rojo como la sangre recién derramada, le iba describiendo el grueso camarero, descapotable, un  deportivo para conquistar y poder vivir en la absoluta velocidad,  en cuatro segundo se ponía a ciento cuarenta kilómetros a la hora, con un precio equivalente al de un apartamento mediano, una joya de la mecánica Ferrari de la que podía elegir el color, con unas curvas sinuosas y aerodinámicas….nadie entendió la blancura que se extendió por  su rostro, nadie entendió el porque el dolor del corazón, nadie entendió el miedo que se instauro en su cara y como gritó como un poseso, un loco, un orate mientras se mesaba los cabellos…

Monday, June 19, 2017

Viejas notas para un año nuevo….


Viejas notas para un año nuevo….



Loco, bailo y sigo al rio       

Tachonado de estrellas,   

Someras rilan felices     

 En mágicas notas de     

Música, son parpadeos   

Infantiles al borde     

Abismal de los sueños.   



 No comprenden mi pena 

Ni los pétalos que huyen  

En el agua cantarina, unos  

Verdes como la vida, otros 

Rojos como la muerte  seca 



 La libélula toca     

Piano, tecla con tecla,   

De blanca a negra, sutil  

En un salto infinito…

Sones que bordean vida

Abrazos fingidos, luz

En la mañana estival…



No comprenden mi rabia 

Ni mis saltos y gritos   

Yo, con mi pecho abierto, roto  

Como una gran sonrisa, entre 

Afiladas  rocas  de cuarzo….

Saturday, June 17, 2017

Un partido de futbol.


El partido de fútbol en la televisión era muy, pero que muy malo, aburrido, sin salsa y los dos equipos estaban jugando a perder. Era el Real Madrid-Valladolid de la liga. Eso sí, a lo tonto, muchos goles.



Entretanto picando un poco de jamón, chorizo, unas aceitunas, unas patatillas, yo metiéndome con mi sobrinillo, Joaquín, ya os he hablado de él en muchas ocasiones. Un forofo del fútbol, (“vamos a jugar a meter gol”) y, por empatía con su padre, forofo del Madrid.



Yo: Oye, ¿Cuál es tu equipo?



J: El Madrid.



Yo: ¿Sabes cuál es el mío?...



J: ¿Madrid…?



Y: ¡NOOOOOO!, mi equipo es el más divertido de España, es el equipo ascensor.



J: ¿Barcelona?.



Yo: ¡NOooo!, es el Celta.-Joaquín pone cara de no haberlo oído nunca.- Si, hombre, el Celta de Vigo que tiene el mejor portero de toda la península Ibérica, Javi Vara.



J: Noooo, mentira, el mejor portero es Casillas….para todo.



Y: ¡Ja! El mejor es el mío, Javi.



J: Mentira cochina, los mejores son Casillas y Ronaldo.



Y: ¿Ronaldo?, Pero si a ese hasta le huelen los pies. Ronaldo es un manta, hasta le huelen los pies.



J: No, Ronaldo mete goesl y es el mejor.



Y: ¿El mejor? ¡Ja! Ronaldo es un manta y además de que le huelen los pies, para que lo sepas, no sabe ni hacer una tortilla de patatas. Yo si hago tortilla de patatas y muy ricas pero Ronaldo no, que no sabe.-Y termino con un saque de lengua en su dirección con gesto de niño pequeño, chinchándole.



J: ¡Si que sabe!, Mete goles y hace tortilla patatas. Mama, mama, dile que si, que Ronaldo sabe hace tortilla patatas.



Y: No sabe, que yo lo vi y no sabe.-A esto, ya nervioso, empieza a gimotear un poco y una lagrima le cae por la mejilla.



J: ¡Si sabe! ¡Es el mejor! Y tú tienes la cara de culo. Ronaldo sabe. Papi, ¿verdad que sabe hacer tortilla?



Y: Oye, que estás hablando conmigo y yo te digo que no, y que no y que no.-Le vuelvo a sacar la lengua burlándome de el. De forma sorprendente las lágrimas ya llegan a los labios y esta casi llorando, mi corazón se encoge en un puño.



Pone las manos en las sienes y me hace burla con los ojos anegados en

lágrimas.



J: Y tú no sabes….



Lo cojo en brazos y le doy un gran beso, y le digo que tiene razón que Ronaldo es el mejor y que espero que, dentro de unos años, el mejor futbolista del mundo sea él.


Wednesday, June 14, 2017

Cancion negra...


Canción negra.

Murió en la noche, en tu alcoba
entre sabanas negras, colcha
negra.  Ausencias descubiertas
cuando fluye el último aliento,
negro estertor del agónico
instante fugaz de tu cuerpo.
Luces  negras. Canciones negras.

Thursday, June 01, 2017

¿Me permites contarte una anécdota?


¿Me permites contarte una anécdota?

Parque de atracciones, cola para subir en una que te suben primero a cien metros de altura  y te dejan caer tal cual.

Me pongo a la cola con el crio que, gracioso él, quiere subir acompañado y, además,  como no da la edad pues... ¡yo, el valiente y osado y atrevido! ¿A que padre no le ha pasado alguna vez en su vida?

La cola avanza, veo como suben, como caen, las caras desencajadas, la respiración casi cortada, alguna matrona es ayudada a bajar por los jóvenes que se encargan de todo. Me voy poniendo malo, se me hincha el estomago, me entra esa fase de sudor frio (el típico acojone, el de siempre). Veo como comprueban los enganches de los que suben y me entra en la cabeza de que algo puede fallar, de que algo va a fallar. Me dan ganas de escapar pero, el crio, bendito Herodes, como presintiendo la traición, me coge de la mano todo alegre y me mira sonriendo y feliz.

No lo convenzo de ir a otra o ir a tomar un helado. Incluso le ofrezco diez euros para evitar tener que subir.

La cola avanza poco a poco, al ritmo de mis neuras y mi estomago que se pone como una pelota de futbol y me hace daño.

Llego,  me sientan, me ponen un arnés que me comprime el pecho. No sé como escaparme sin hacer el ridículo. La sujeción me mantiene aprisionado y no me deja ya escapar, estoy perdido, estoy a punto de gritar. Me aguanto como puedo al tiempo que un enorme eructo sale de mi boca y las ganas de vomitar de terror son casi inaguantables.

Prefiero mirar cómo me suben, pero no cierro los ojos que dicen que es peor. El acojone es brutal. La altura es mucho peor aun de lo que esperaba. Los cochinos operarios del parque me suben despacio, muy despacio, yo gritando para mi "que caiga ya, que caiga ya". La tierra se escapa a mis pies. Le recuerdo a Javi, medio sonriendo medio llorando el chiste de aquel que sube por primera vez al avión y le dice a  la azafata que era verdad que desde allí las personas se veían como hormigas; la azafata le contesta sonriendo: Son hormigas, señor, aun no hemos despegado….

Estamos arriba, y no nos sueltan, no, los condenados nos dejan allí unos segundos en los que casi me da algo....Javi saluda alegre y orgulloso a su madre y hermana que le devuelve el saludo. No aguanto más, estoy a punto de gritar de puro pánico, una nueva ola de ruidos de estomago vienen a mis labios con una toque acido asqueroso…Un ruido metálico llega a mis oídos de pronto…digo Dios mío, que caiga ya de una puta vez...que termine esto de una maldita vez…nos sueltan con un “CLANK” seco y duro, dos segundos y abajo,

No fue para tanto al final, pero...una sonrisa  de mentira se aflojo en mis labios viendo la alegría del niño. Me negué a repetir, claro está.

Un fuerte abrazo.