1.- Misterios,
misterios, misterios…
La juventud
tiene unas cosas…todo empezó con la devolución del recibo del colegio del mes
de Marzo por el banco, una chorrada. A veces la vida se complica con una simple
idiotez, la devolución por parte del banco de un simple recibo de sesenta
euros, cosas del sicólogo, el seguro escolar y demás. La llamada de la
secretaría de la escuela diciéndole que por favor enviasen el dinero por
medio de la niña. Sin más, fácil, sin problemas.
Le dieron el
dinero a la niña para que lo pagase y pasaron las semanas, tres, por
puntualizar. La cría dijo que ya lo había pagado ¿el recibo? No se lo habían dado,
que lo pediría al día siguiente.
Ni día
siguiente, ni la siguiente semana, ni nada, vino la semana santa y las
vacaciones respectivas. Se reanudaron las clases y nada de nada, ya era otro
mes, Abril aguas mil y todas caben en un barril. La madre ya cabreada le exigió
que lo pidiese y se lo prometió, alguna colleja debió de haber por medio, creo
yo. Ya el pasado catorce le entrego el recibo de haber pagado. ¡Aleluya!
¿Misterio? Diréis,
Pues si, ¿porque tanta tardanza por un papel si ya estaba pagado? ¿Porque el
recibo pone la fecha del 14 de abril y no antes?...no hay respuestas, solo
preguntas y dudas, muchas dudas.
Acudió a mí
esta vecina, mismo piso, puerta con puerta, amigas y confidentes de siempre. Calzada
con la pipa de Holmes y el móvil de baratillo llame a la escuela preguntando
por la fecha del recibo y si, muy amables, que no importaba, que si patatin que
si patatan, pero es que la fecha es la de cuando la niña pago en efectivo, que
pago el mismo día catorce, como no le
iban a dar el recibo, se da de inmediato nada más se paga, que todo lo llevaba
ella y nadie más, imposible, que se acordaba. Claro se caen las ideas y las
esperanzas y, de pronto, remachando la posible tragedia me dicen que le falta
el justificante de haber faltado el 13 y martes por la mañana, ni te case ni te
embarques que por favor que se lo envíen lo antes posible, mañana mismo por
ejemplo.
Cuando llegó
su marido le explico el problema delante mía, posible problema y el, todo
tranquilo, le acaricio el hombro y le dijo que no hiciese una tragedia que si
que había habido un pequeño problema y él le había dado, en semana santa,
veinte euros para completar el pago pues no tenía suficiente, algo que se lo
gasto sin pensárselo dos veces yendo de salida con las amigas de toda la vida
de la semana en curso.
No quedo la
madre muy convencida, veinte no eran sesenta y si los tenía porque espero
tanto. Por el contrario si pago el catorce es que antes no tenía ese dinero y
si encima había faltado el trece sin decirlo sería por algo o para conseguir el
dinero (recordó como hablaron de los exámenes de recuperación de biología y
otra que no recordaba) y …¿Cómo lo consiguió si de verdad le faltaba algo más
de dinero? Esa pregunta y sus posibles respuestas la espantaban, la tenían en
la picota y esa noche, ya era la tercera, no durmió nada. Como enfrentar las
cosas, ella, que creía que la relación con la niña era fluida y clara, sin
mentiras, sin engaños. No era así y todo se iba desmoronando por pedacitos
pequeños como esa gota de agua que termina socavado el edificio y tirándolo
abajo.
2.-
Interrogatorio.
Quede con
ella para la hora de la merienda, seis de la tarde, así la madre, la cría
recién llegada de la escuela y yo, en plan investigadora y confidente, trataríamos de desentrañar un asunto que se
veía turbio y problemático. Quien sabe que encontraríamos detrás de cada
aplazamiento, de cada mentira.
La chica
llego alegre, como si se hubieran sacado un peso de encima, no encontró raro el
que yo estuviese presente. La madre estaba la pobre asustada trajinando sin
parar en la cocina y, eso sí, con las antenas desplegadas para no perderse ni
una palabra. Y yo en plan de investigador mirando las reacciones con lupa, tal
como pone la amiga Agatha en todas sus novelas de investigación.
Le pregunte inicialmente
cuando había pagado y me dijo la primer fecha, la falsa. Le saque el recibo y le
mostré la fecha allí puesta. Se le demudo el color, un fallo, dijo pero ya dudando
y ante mi insistencia empezó a cantar,
nada del otro mundo, desafinaba. No lo había pagado, tenía el dinero en la
cartera y de un día para otro pasaba el tiempo sin darse cuenta. Cuando fue a
la secretaría le faltaban veinte euros y ya no pudo pagarlo; ese mismo día se
los pidió a su padre en secreto y en secreto, a toda luz diría yo todos los
lectores, pues se los dio. Y pagó, si, es cierto, ese día, el catorce, no
antes.
¿La falta
del trece? Es que su madre no se acordaba que fueron a una visita en
Carabanchel, a la tía Paloma exactamente y como se encontraba mal le pidió que fuera
con ellas ¿no te acuerdes mami? Fue ese día trece por la mañana, por la tarde
si asistí a las clases y nos olvidamos del justificante.
La cara que
se le puso a la pobre mujer fue tal que me dio pavor que le diese algo allí
mismo, un infarto, una embolia. Todo aclarado, problema solucionado, no fue tan
difícil, esperemos que el siguiente sea más complicado para las
circunvoluciones de mi cerebro.
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