Thursday, May 28, 2015

Mis recuerdos de Mara niña.


Mis recuerdos de Mara niña.
Mara acaba de salir con las amigas dejando la casa vacía, triste y sin recoger, me toca a mí como siempre. Le hago la cama, le recojo la ropa y separo la que hay que lavar, le cuelgo sus pantalones y camisetas en el armario. Le ordeno sus cosas de aseo y las de maquillaje. Haciéndolo me han venido a la mente recuerdos de otros tiempos, de cuando era pequeñita, que dependía tanto de nosotros, de que todavía no se había abierto al mundo real y era algo como mío, de mi pertenencia, de mi propiedad…así mientras…

Mi mente volvió a una de sus primeras excursiones con el colegio, cinco o seis años tendría la pobre. Un viajecito en autobús a un pueblecito cercano. Todo el santo día de viaje. Imaginaros como me pase el día, preocupada es poco; sabía que era una tontería pues estaban bien vigilados pero el corazón es así y mi mente volvía a ella y las cosas malas que podrían pasar. Que si un accidente con el autobús, que si se escapaba por alguna causa, que se perdía, que me la raptaban, que se caía y se hacía daño…que se yo las cosas que pensé, imagino que las misma que cualquier madre en la primera excursión de su cría, aunque no lo digamos en voz alta por aquellos de ¡que tontas somos!

El día se me hizo eterno, hasta Ed, que no se entera para anda de estas cosas, se dio cuenta a la hora de comer de mi estado preguntándome si me pasaba algo o si estaba con la regla o si estaba embarazada.
La recogí del autobús cansada, serian las siete de la tarde, la impresión que me dieron todos los críos, las profesoras también, era de derrotados. El abrazo fue de órdago, largo y cálido; olía a humanidad, a sudor, con restos de la colonia de lavanda que le ponía todos los días. Lo primero que hizo al llegar a casa, para mi susto, fue ponerse a beber agua del grifo como una loca. Llevaba en la mochila dos bocadillos de pan de baguette que es el pan que siempre le gusto, nada de pan de molde, pan de verdad, como el de toda la vida. Con ellos un botecito de zumo de naranja y un botellín de agua medio abierto para que no tuviese problemas. Viéndola beber un vaso después de otro, cuatro vasos llenos como mínimo creo que bebió, jamás la volví a beber así. Le pregunté a que venía esa sed inmensa al tiempo que le abría la mochila y contemplaba estupefacta el bote del zumo intacto y la botella de agua llena. No había bebido nada en todo el viaje, “No había podido abrir la botella”, me dijo en pequeño por toda respuesta, y que no pudo beber en todo el día. Que le costó comer sin poder dar un trago, un suplicio, me dijo, tenias que probar a comer sin bebida es horroroso mami, todo un suplicio.

Me puse histérica le dije de todo: que si era tonta, que si era idiota que si no podía habérselo dicho a la profesora, una chica encantadora por cierto, o algún otro compañero, que le podría haber dado una deshidratación, ponerse mala, que se yo, el hígado, los riñones….de todo le solté menos lo de bonita de cara. Después la abrace con cariño y a prepararle un gran baño caliente y una buena cena, la que más le gustaba: arroz con huevos y salchichas bien regadas con salsa de tomate frito.
Y así seguí con la fregona en la mano perdida en mis recuerdos…

Sunday, May 24, 2015

Fotografias: Desesperanza en el papel,


24.-Desesperanza en el papel,

el ultimo gesto del adiós

detenido, como el alambre

de espino de una marioneta.

 

25-El pañuelo, en el papel,

ondea a lomos del viento que huye;

esa lejanía se presiente

por el humo fugaz, alambre

invisible, hecho de dolor,

de extrañas marionetas rotas.

 

26-Están todos en el papel

con los ojos llorosos, huidos,

tristes.

El gesto captado, un segundo

apenas: ademán infame,

triste,

del pañuelo, lágrima y el adiós.

 

 

27-Los adioses en el papel

son engaños imaginados.

Nadie se ha ido, todavía el tren

no ha marchado,  el humo voraz

congelado, el pañuelo blanco

detenido; el novio saluda

triste; la madre llora, es una

canción de cuna y sepultura,

lagrima detenida al tiempo,

devorada en las mejillas.

Nadie se ha ido. Todavia las ruedas

no han empezado a girar, todos

esperan una señal, aun

nuestro mundo esta detenido.

Thursday, May 21, 2015

Mara y la selva en casa.


Mara y la selva en casa.

“¡Mama, la primera flor!”. Me grito en esta mañana triste y lluviosa, un sábado de finales de marzo en el que la temperatura es más bien primaveral. Estaba en la cocina preparando una ensalada de arroz como primer plato de la comida.

Me acerque al balcón y mire con Mara al lado donde en la maceta que habíamos plantado hacia ya la friolera de tres años unos bulbos de dos tipos de plantas que no recuerdo y ni me acordaba. Los había traído Mara de la clase de Ciencias naturales como uno de esos trabajos para hacer en casa. Compramos en el chino del barrio una maceta rectangular, tierra especial para plantas y los metió uno a uno, separándolos en dos partes.

La flor era amarilla, pequeña y bella, su tallo se había combado como queriendo mirar a la tierra de donde había salido como si para ella fuera toda una sorpresa. Como para mí. Recuerdo que las regábamos de vez en cuando al principio. Mara iba anotando la evolución en un cuaderno, al principio claro. La sorpresa del brotar las primeras ramas de los bulbos, hojas largas y estrechas y muy verdes. La desilusión de la niña cuando en vez de florecer se fueron mustiando hasta casi desaparecer. Eso fue el primer año. El segundo fue como el doble de lo mismo, es decir, nada de nada; salieron las hojas verdes como lanzas hacia el cielo y a medio camino se doblaban por su propio peso y quedaban como una uve invertida pero de las flores ni pajolera idea. Nada de nada.

Dejamos de cuidarlas, de regarlas en verano, de echarles un poco de abono (mis polvos mágicos de la floristería de la esquina), de quitar esas pequeñas malas hierbas que amenazaban con ahogar los bulbos. Nos olvidamos de ellas, pero la madre naturaleza no, muy sabía la vieja, muy constante, muy dura, dándonos siempre una lección. Allí quedaron en el balcón a expensas de la lluvia, de los fríos invernales, de la nieve escasa que cayó algún día, de los vientos, de las palomas y sus mierdas, del sol y el calor del estío. Un incordio para fregar el balcón.

Pero este año, ¡sorpresa!, es la naturaleza, es Gea, la ramada se hizo tremenda a comienzos de marzo, una gran mezcla de verdes que más de una vez me hizo pensar en cortarlas y a la basura. Pensé que los bulbos se habrían ahogado con las abundantes lluvias invernales, pero no, equivocación total, y hoy, una de ellas ha florecido como colofón de un pequeño y carnoso pedúnculo. Es una flor pequeña, toda amarilla, con una primera corola como un disco de seis pétalos y otra interior más pequeña como formando un tubo: son Narcisos. Mirando con atención vemos que hay mas, tres varas como mínimo y otra, una cuarta, que yo creo que es de un tipo diferente, ya veremos cuando florezca.

Mara, como no, le ha hecho fotos, mil y una, todas un desastre de enfoque. Javi ha dicho de cortarla y ponerla en el jarrón. Mara se ha puesto en jarras y le ha amenazado con mil males si se atreve a tocarla.

Es preciosa, un botón de luz en esta ciudad de cemento; una esperanza amarilla de dulzura y creación; pequeña muestra de belleza que llena el corazón de envidia.

Te da su leve perfume, se asoma a la calle como con miedo y la fragilidad que tiene da como algo de miedo.

Poco durara, días, me temo. La primavera ha llegado a mi balcón en forma de bellos y amarillos narcisos.

(De estos días en que escribí lo de arriba hasta que lo he publicado pues otras tres flores se han abierto, un pequeño bosque florido en mi balcón de la calle. Las cuatros son narcisos, preciosas.

Esta noche pasada el viento ha acamado las flores, las ha derribado por los suelos. Hemos tenido que ir improvisando para levantarlas. Unos pinchos de madera para barbacoa, unas pinzas para el pelo, un poco de hilo de coser…

El rosalito, apenas diez centímetros tiene un pequeño capullo, como el de todos los años y la ruda, con su verde tan característico, ramea esperando ese 24 de Junio del sacrificio)

 

Tuesday, May 19, 2015

Fotografias: Inmóvil, en el papel,


21-Inmóvil, en el papel,

Dorian vive en la ilusión

de la eterna juventud,

al tiempo que los gusanos

devoran frío su cadáver.

 

22-Están enterrados en el papel

patinado y brillante por el tiempo,

amarillo del otoño pasado,

como hojas movidas por el viento,

son sonrisas lúgubres de silencio

en un  flash policial, ya detenido.

 

22bis.-Cárceles llenas, álbumes deshechos

en un :"alto, deténgase o disparo”.

 

23-Desesperanza en el papel,

el gesto del adiós

detenido, como alambres

de espino de una marioneta.

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Saturday, May 16, 2015

Mara y un pequeño problema entre las dos.


Mara y un pequeño problema entre las dos.

No creáis que la vida con Mara sea una delicia. Hay problemas, tenemos problemas. Son esos malditos dieseis años, esas ínfulas de chica mayor, casi de mujer con capacidad y todo y, de un tiempo a esta parte, con ciertas mentirijillas. Carácter cambiante, a veces con alegrías casi explosivas que parece que va a explotar de felicidad como se hunde en pensamientos y no desea que nadie le diga anda. Problemas, sinónimo de la edad de la adolescencia y más en esta época tan “modelna”.

Llevaba unos días sin su carnet de identidad. Cuestionada por mi por si lo había perdido me dijo que no, que lo tenía un amiga suya, Carmen, que un sábado se lo dio para meterlo en su bolso y se olvido de él, que no la había visto desde entonces y por eso lo tenia ella, que no me preocupase que me lo daría tan pronto como la viera, a lo mejor esa misma tarde.

Y como siguió varios días sin carnet de identidad pues le di la fotocopia que yo llevo encima siempre. Una de sus mejores fotos, con su pelo largo cubriéndole los hombros, esa mirada entre niña y mujer, un cierto aire pensativo mientras una media sonrisa, apenas insinuada, asoma a sus labios rojos.

Bueno, a lo que voy, estábamos merendando en “Madrid Delicias”. Ella lo de siempre su coca cola y su gran bocadillo de jamón serano con una rodajas de tomate. Yo mi acostumbrado cafecito con elche y mis miradas al escaparte de la bollería y pastelería pero…hay que aguantarse y pensar en bajar lo que cogimos en las pasadas fiestas de navidad. Yo creo sinceramente que solo con ver esos bollitos y esas pastas y se engorda, de verdad, o el olor dulce…

En fin, le pregunte, como si nada por el carnet. Que ya lo tenía, que Carmen ya se lo había dado. Le pedí que me lo enseñara. Me respondió, torciendo un poco el gesto que estaba en casa, en su cuarto. La reñí pues sabe que debe llevarlo encima y su edad no esta para bromas y le añadí que cuando acabáramos pues a casa y que me lo dejara ver…se le ensombreció el rostro y mirando al suelo me dijo que todavía no lo tenía… ¡que no lo tenía! …me quede de piedra y le pregunte a que venían esas mentirijillas, sino lo tiene s no lo tienes, sino lo tienes pues a pedirlo y conseguirlo y a  otra cosa, pero le pedí que mentiras a mi no.

Su reacción fue extraña y yo me tuve que ir al servicio.

Al volver ella estaba con la cazadora y marchándose. A mi pregunta me dijo que se iban que había quedado con una amiga y santas pascuas. Salió del local y ya, cogiendo rápido mis cosas, abrigo, paraguas y bolso, pues me puse a su lado. El cabreo fue monumental. Iba por un lado yo con ella, cambia de dirección y o con ella. Se fue sulfurando y empezando a gritarme porque la seguía, imperturbable, yo le decía que una madre no sigue a ninguna hija, solo iba con ella, tal como una buen madre debe hacer.

La tensión conforme avanzábamos iba creciendo en ella.

A un edificio bajo su amiga Loren.  Se saludaron le di dos besos, como siempre y le dije que tenía que perdonar a Mara pues tenía que ir a casa conmigo. Nos despedimos y en marcha…pero, desgracia tras desgracia:

-¡Eres tonta!, -me espeto de pronto.

-Y tu una mentirosa de cuidado.

-Déjame en paz, te odio. -Siguió diciendo encolerizada.

-No puedo soy tu madre y prepárate al llegar casa, esto no puede quedar así.

-La doña perfecta. Me contesto mirando fuerte, como retándome, con odio.

-Y tu una ratita mentirosa de cuidado por lo que se oye.

-Seré una mentirosa pero tú eres una idiota absoluta.

-Malcriada es lo que eres.

-No vales para anda…perseguidora…chulita…

-Pues tú, mírate, huyendo de tu madre, ya es el colmo.

-Más antigua que Matusalén.

-Sí. Mira quién habla, la niña que todavía necesita  un chupete.

-Si hay que ser, gilipollas.

-Mira que si hay que dar un par de azotes aun puedo, te lo aseguro.

-Gilipollas, gilipollas, fumada….

-Y tu una gilipuerca. Recuerda que soy tu madre y aun puedo decir más cosas y mucho peores, que tu ni conoces.

Entrar en casa, sentarse en el butacón y pedir perdón fue todo uno. Nos abrazamos y me prometió que lo evitaría. Llamo a Carmen delante de mí y quedaron en verse y en recuperar su carnet.

Me quedan en la cabeza los insultos que nos soltamos camino de regreso a casa, una situación extraña para mí y un poco incomprensible que me trajo a la cabeza alguna escena de los hermanos Marx y sus risas consecuentes…

Tuesday, May 12, 2015

Fotografias: Rostros de vida en el papel


16-Rostros de vida en el papel

satinado, son sombras, duermen

en el rincón oscuro, un arpa

que espera. Fugaz inspiración

en el instante congelada.

 

17-Esta el pasado en el papel,

hecho presente y hecho futuro,

acumulando horas en mundos

que de este, en total, difieren.

 

18-Jack sobrevive en el papel

parado en el segundo final

de la última carrera. Mientras,

el de verdad, ya triste, muere

tirado en las caballerizas.

 

19-No hay canción en el papel

ritmo que huye, sonidos huyen,

al reflejo fugaz de luz

del niño vestido de luna.

 

20-Marcan las ocho en el papel

eterno, el reloj detenido,

mientras su dueño, en el olvido,

duerme bajo tierra sin el.

Friday, May 08, 2015

Mara y...¡Qué noche la de aquel día!


¡Qué noche la de aquel día!

Nos quedamos a dormir en casa de mi cuñada después de una visita que se prolongo en plan velada nocturna. Es la más pequeña de la familia y le tenemos un cariño especial. Casada y ya con dos hijos, el mayor de seis años, Achín, futbolero y listo como el hambre, y Gordi, de tres con una de la sonrisas más bonitas que he visto. Mara encantada y feliz, se lo tomo como una aventura nueva, además le encantan los peques y no descarta dedicarse a ello ya de mayor. Veremos.

Tres de la mañana. Escuchamos un llanto, muy bajito, muy quedo, lejano. Nos levantamos a desgana y fuimos a la habitación de los peques. Su madre ya estaba también llegando. Gordi, el pobre llorando en su cama en un gran charco de vómito, miles de pequeñas hilos blancos de espagueti y sus ropas todas manchadas y mojadas. Rápidamente quiso abrazar a su madre pero tal como estaba de sucio era imposible. Nos pusimos manos a la obra los tres, desnudar al niño, limpiarlo y ponerle un pijama nuevo la madre, nosotros, ya que estábamos levantados, pues a quitar los restos de la cama y, meter todo en la lavadora, dar la vuelta al colchón y nuevas sabanas y mantas, es decir, hacer de nuevo la cama. A todo esto Achim, el mayor, durmiendo como un bendito, sin enterarse de nada.

Cuatro y media de la mañana, aun no habíamos conseguir conciliar el sueño. Nuevos llantos, nos temimos lo peor. Achin con la segunda vomitona de la noche. El pobre estaba más que asustado, no sé cómo podría caber tanto en el estomago pequeñito de un niño como él. La cama de nuevo echa un estropicio. Un olor a peste inundando la habitación. El proceso, por segunda vez, a repetirse.

Estamos en la cocina, cinco de la madrugada, cansados y desanimados, la ropa nauseabunda ya en la lavadora, nuestros estómagos ya quejándose con un poco de asco, como queriendo decir que “yo también quiero vomitar”. Mi pobre cuñada medio volada diciéndonos que vaya noche nos estaba dando, que lo sentía, que le daba corte. Todos hemos pasado por alguna de esas; recordé la de veces que los míos vomitaban en el coche y como el olor no se iba en meses.

Gordi estaba medio dormitando en el hombro de su mama totalmente agotado, nos aparece Achim con su pijama manchado. “He vomitado”, nos dice con su vocecita llena de sueño y de miedo. Vamos corriendo a su cama que esta impoluta. Nos dice con su vocecita medio llorosa, que no, que en la cama de papa. Allá vamos. El padre roncando a un lado y en el otro, el lugar de la madre, un charco negro y viscoso. Despertamos al pobre y nueva operación pero….¿qué creéis que mas podría pasar? Pues si todo fue a peor.  Gordi se baja de los brazos de su mama y se dirige resuelto al cubo de basura, lo abre y trata de vomitar dentro del; el padre, ante el olor sale corriendo al cuarto de baño pero no llega a tiempo y todo le cae delante de la taza….Mara se agarra el estomago y se niega a vomitar…

Seis de la mañana, nos acostamos deseando que sea la definitiva, ponemos el despertador para las doce…

Monday, May 04, 2015

Fotografias, Restos desvaídos en el papel...


11-Restos desvaídos en el papel

satinado por el tiempo, duermen

una nueva vida, casi eterna,

rayo fugaz entre dos silabas.

 

12-Un segundo, un trozo de papel,

un flash deteniendo el tiempo, duermen

en el cementerio del estante,

son ya polvo, instantáneas diversas.

 

13-Atrapados en el papel

y durmiendo eternamente

y eternamente esperando,

como Lázaro, una frase

despiadada: "levántate y anda”.

 

14-Cara de tonto en el papel,

se le marcan nuevas arrugas,

duerme y espera un rayo de luz

para dejar caer sus lágrimas.

 

15-Atrapados en el papel

y durmiendo eternamente

y eternamente esperando

como Lázaro, una frase

mágica: "levántate y anda"

que nos haga despertar.

Friday, May 01, 2015

Mara y la rutina del martes.


Mara y la rutina del martes.
Entiendo que Mara, poco a poco, tal como así ha sido, prefiera ir de compras con sus amigas que conmigo, que se va haciendo más independiente cada día que pasa, son ya dieciséis añitos y claro, las cosas cambian. Lo entiendo y lo acepto, es ley de vida. Casi le da vergüenza que la vean cuando me acompaña a algún recado o a la compra, huye de recados y de compras. Lo entiendo y me enorgullece que vaya haciéndose independiente de nosotros.

Lo único que se  iba manteniendo de forma sorprendente y excepcional era la tradición de los martes. Hubo un tiempo, hace ya la friolera de más de cinco años, que por razones complejas, yo, los martes por la tarde trabajaba y Mara al llegar a casa se encontraba sola, mas sola que la una. Coincidió esa temporada con que Ed, mi bueno de Ed, tenía su día de descanso y Javi tenia actividades extraescolares, no recuerdo bien si futbol o karate o baloncesto. Empezaron, como no, Mara con sus doce años, pues , con el buen tiempo, a sacar la bicicleta y darse sus buenos paseos por la senda del parque del Oeste o con el patinete o a jugar al baloncesto en la cancha de aquí al lado o los patines de toda la vida.
Más tarde, sobre todo en esos días  de mal tiempo de invierno, algún día iban al cine que está aquí al lado, el Lido de toda la vida, (esos días si que daban envidia, ya sabéis mi pasión por la pantalla grande; uno mas que ha desaparecido ante el empuje digital y la desgana de los espectadores). Más tarde aun, los años no pasan en balde, olvidadas la bici y demás, con la temática de la pelis muy cambiada, de las infantiles a las de miedo o dramas románticos, pues a ver escaparates y visitar tiendas de moda, de merendar bien en alguna cafetería (que no falte el bocata de jamon y la coca cola) y de que Mara siempre pescara alguna cosa, una camiseta, una sudadera, un pantalón, algo que me enseñaba más tarde con verdadera ilusión. Mara feliz, Ed radiante, yo contenta, Javi celoso, el bolsillo vacio.

Las cosas han ido cambiando  pero no la tradición del martes. Ed, no sé cómo lo consiguió pero logró que la empresa le mantuviese esa tarde libre de forma casi perpetua. Yo, por mi parte, aunque ya estaba/estoy  libre de obligaciones y deberes, quise que esa tarde de padre e hija la mantuviesen y siempre excusaba el ir con ellos, era su tarde sabiendo que, un día cualquiera, se rompería e iba avisando suavemente a Ed, que se preparase para la ruptura. Nunca pensé que aguantarían tanto. Nunca pensó Ed que se acabaria.
El martes pasado.
Ed recibió un mensaje en su móvil de Mara a las cinco de la tarde, como en el terrible poema, a las cinco de la tarde/Eran las cinco en punto de la tarde./Un niño trajo la blanca sabana/ a las cinco de la tarde:

Papi, no me encuentro bien, me voy a acostar que tengo mucho cansancio y sueño, hoy no salimos. No es nada grave, no te preocupes. Nos vemos por la noche

Me imagino la cara del pobre, la mandíbula caída, el rostro preocupado, los ojos rojos y a punto de llorar. Me imagino los mil pensamientos y dudas que le cruzarían por la cabeza. Ir a ver como estaba pero, claro, la vocecita interior le decía que no, no fuera que se enfadase. Quedarse a trabajar esa tarde, trabajo había de sobra. Llamar o no llamar, pero se iba a acostar, mejor llamar mas tarde…Al final se quedo en el trabajo tratando inútilmente de no pensar en Mara y si estaba mala. Me lo imagino viendo como el reloj tardaba en dar las cinco, las seis, las seis y media, las siete…
Sobre las ocho de la tarde no pudo más y la llamó. Le asusto que no el cogiera el móvil, eran ya más de tres horas de siesta. El movil sonó y sonó de forma repetida, como las campanadas últimas de una condena.

Me llamó casi sin resuello  y me pregunto por la niña, que como estaba, si tenía fiebre, si estaba muy pálida, si la veía mal, si convenía llevarla al médico…le corte como pude y le dije que sí, que se acostó temprano en el sofá pero que recibió una llamada de Loren, se arreglo rápido y se fue con ella y otras chicas a dar una vuelta.
Me imaginé, al otro lado de la line telefónica, como quedaría de espíritu, desconcertado y sin saber ni que decir ni que pensar. Rápida le dije que ya lo sabía, que era normal que la niña prefiere salir con sus amigas, que es ley de vida, que tenía que esperarlo de una semana u otra, que no le diese más vueltas. “Vente para casa que haremos una buena ensalada, como la que a ti te gusta, lechuga, tomate, queso, soja, maíz, bonito…bien aliñada…”

Al otro lado me siguió con su eterna cantinela: “La ensalada, salada; poco vinagre y bien aceitada”
Al fondo la voz de Javi, levantando la cabeza de sus cuadernos entre los que esconde algún comic, como si no lo supiéramos: “Dile que si quiere me lleva a mí a comprarme alguna cosita, ya que no esta Mara….”